Hace unos días ha tenido lugar una nueva lección de política energética de Josu Jon Imaz, CEO de Repsol, en la que vuelve a apostar por todas las tecnologías en la transición y no por ideologías, e incluso ha defendido prolongar la vida de las centrales nucleares. Primero, la vicepresidenta ecológica, Teresa Ribera, y después todos los líderes de la UE en su conjunto, deberían tomar buena nota.

En un debate de la Escuela de Organización Industrial (EOI), que ha pasado bastante desapercibido en los medios, pero que ha recogido El Mundo, el CEO de Repsol ha advertido de algunos errores que se están cometiendo en la transición energética. Asimismo, ha aludido a que “estamos fracasando” porque las emisiones de CO2 en el mundo siguen aumentando año tras año un 40% o más, y a que “por el camino vamos a pasar las de Caín”.

Imaz ha vuelto a subrayar que en esto de la transición “necesitamos todas las tecnologías, esto no va de ideologías o de teologías, no va de dogmas. Esto va de racionalidad y sentido común”. Es decir, ha vuelto a insistir en lo que otras veces ha denominado neutralidad tecnológica y ha dado bastantes ejemplos. En su opinión, “tenemos que abrir la puerta a utilizar todas las fuentes endógenas que tenemos en Europa”, lo que podría suponer no renunciar a explorar petróleo y gas aquí, e incluso permitir el fracking (técnica de extracción de hidrocarburas también conocida como fractura hidráulica), pues resulta un gran contrasentido que esto se prohíba y al mismo tiempo se hayan disparado las exportaciones de gas natural licuado de EEUU (en su mayoría procedente de fracking). Además, Imaz ha subrayado que “el gas natural lo vamos a necesitar durante muchos años y no podemos ser dependientes. Abramos el debate a que tenemos que explotarlo y que tenemos que producirlo en suelo europeo, porque de otra forma vamos a ser absolutamente dependientes”. Además, si la invasión rusa de Ucrania y el inicio de la guerra en este país ha dejado claro lo negativa que era la dependencia energética de Rusia ahora no se puede pasar a depender de EEUU, y más usando una técnica que aquí está prohibida y sin explotar los recursos europeos.

Al informar sobre los resultados de los nueve primeros meses, Repsol destacó que su actividad le llevó a realizar una contribución fiscal de más de 11.800 millones de euros, de los cuales más del 70% se pagaron en España

En esta ocasión, Imaz también ha defendido entre todas las tecnologías a la nuclear: “Tenemos que tratar de prolongar la vida de las centrales nucleares, buscar todas las alternativas. En un escenario macroeconómico como éste y de tensión geopolítica, no podemos permitirnos la sangría de lo que supone el dispendio energético como país”. De esto debería tomar buena nota Ribera, que se niega a dar la más mínima oportunidad a la energía nuclear en España más allá del cierre de los siete reactores previsto para entre 2027 y 2035, usando los problemas de Francia y la falta de interés de las empresas, pero obviando que las asfixia a impuestos. Imaz ha animado a que la transición se debe repensar, “mejorarla, hacerla con más inteligencia”, y es que la nuclear es el mejor complemento de las renovables según muchos expertos, al proporcionar energía casi sin emitir CO2 en todo su ciclo de vida, garantizar suministro y no depender de factores meteorológicos. Ademas, ha considerado un “grave error” la decisión europea de prohibir los coches de combustión a partir de 2035 y ha vuelto a criticar la carrera europea por reducir emisiones sin que preocupe que no haga lo mismo China

Paralelamente, tras los buenos resultados por Repsol en los nueve primeros meses del año, en la conferencia con analistas, Imaz, en línea con declaraciones anteriores de Ignacio S. Galán, presidente ejecutivo de Iberdrola, y de Antonio Brufau, presidente de Repsol, criticó el impuesto a los beneficios extraordinarios de las energéticas que quieren imponer países de la UE: “Crea un germen de duda” en las inversiones, lo que abre la puerta a que se destinen más a EEUU. Imaz también subrayó que la industria “no es un negocio regulado” y que, por tanto, no cuenta con beneficios extraordinarios, y ojo, porque a pesar de las cifras de ganancias que tanto critica el Gobierno aún no ha recuperado del todo las pérdidas milmillonarias obtenidas de 2019 y 2020. Además, en su comunicado sobre los resultados, Repsol destacó que su actividad le llevó a realizar una contribución fiscal de más de 11.800 millones de euros, de los cuales más del 70% se pagaron en España.