Hay muchas voces que piden el impulso del coche eléctrico dentro de la obsesión mundial por la sostenibilidad y la histeria climática, incluyendo restricciones cada vez más fuertes tanto a la circulación como a la venta de los de combustión. Pero en el tema del coche eléctrico no es oro todo lo que reluce, porque al caro precio que aún tiene, se suma el fuerte retraso en el despliegue de puntos de recarga… y encima ahora se suma el hecho de que no ahorra energía.

Y tampoco hay que olvidar que a día de hoy no están exentos de problemas. En los últimos meses en India han retirado casi 7.000 vehículos eléctricos por los incendios que se han producido en muchos de ellos debido a las baterías de litio, lo que ha llevado a endurecer los controles de calidad en su fabricación. Claro que también se han dado incendios por culpa de las baterías en este tipo de vehículos en EEUU, por ejemplo, tras las inundaciones que provocó el paso del huracán Ian; y hay que tener en cuenta que hay determinadas situaciones donde la química de dicha batería puede dar un susto: depende de su deterioro por el paso del tiempo o por alguna circunstancia extraordinaria. También hay dificultades con los neumáticos… que suelen ser más caros y duran entre un 40-50% menos que los que usan los coches con motor de combustión. Y no hay que olvidar que para fabricar las citadas baterías se necesitan muchos minerales (litio, cobalto, níquel…), cuya extracción está salpicada en muchos casos de explotación de personas, incluidos niños, en el Tercer Mundo.

Suiza planea prohibir el coche eléctrico para ahorrar energía

En la crisis energética que se vive, principalmente en Europa, desde que a finales del pasado febrero se produjo la invasión rusa de Ucrania y el inicio de la guerra, se está dando una fuerte apuesta por el ahorro energético, aunque en realidad se debería producir mucha más energía. A esta tendencia que, entre otros seguidores tiene a la Unión Europea, se ha sumado Suiza, que ha llegado incluso a plantearse prohibir los vehículos eléctricos para ahorrar en caso de una grave crisis de energía. La medida forma parte del plan de emergencia para el invierno anunciado por el Gobierno suizo, pero aún no se ha aprobado, e incluiría algunas excepciones; además también se baraja la restricción de los horarios de recarga. Medidas que se tomarían para evitar cortes de suministro en invierno y que algunas también se han dado en verano en otros lugares: por ejemplo, en 2021, en el estado de California (EEUU), donde las elevadas temperaturas obligaron a restringir el horario de recargas de los coches eléctricos para que el suministro pudiera mantener los sistemas de refrigeración en el interior de los edificios.

La UE es la más lista de la clase ecologista y la más tonta del mundo desde hace tiempo. Hace poco ha vuelto a elevar el objetivo de reducción de emisiones para 2030 (ahora al 62% respecto a las del año 1990). Todo ello a pesar de que sólo representa el 10% de las emisiones de CO2 mundiales, lejos de EEUU (14%) y de China (28%), por ejemplo, mientras el consumo de carbón crece a niveles récord. Entre tanta listeza y tontería, la UE ha prohibido la venta de coches nuevos de combustión a partir de 2035. Y ojo, porque tras aprobarse este veto, el comisario europeo, francés y masón, Thierry Breton, abrió la puerta a prorrogar la venta de esos coches, porque su prohibición destruiría 600.000 empleos.

En España tampoco se puede olvidar la crisis profunda que atraviesa el sector automovilístico en general, con niveles de ventas y producción aún muy inferiores a los preCovid y las previsiones no son demasiado optimistas

En España, el coche eléctrico también tiene grandes problemas, entre ellos, el fuerte retraso en el despliegue de puntos de recarga, que puede llegar a dos años por unidad. Otro es el caro precio: hasta José Vicente de los Mozos, una de las voces más autorizadas del sector automovilístico y que recientemente ha afrontado una prematura ‘jubilación’ en Renault, señaló hace unos meses que no es accesible para todos. Y aunque el Gobierno presuma de dar ayudas a la compra, lo cierto es que estas llegan al cliente con años de retraso… si finalmente llegan, como se ve en este caso real: un ciudadano compra un coche eléctrico fabricado en China por 18.000 euros, el concesionario le gestiona la subvención de 5.000 euros, pero tres años años después aún sigue esperándola. ¡Olé!

Tampoco se puede olvidar la crisis profunda que atraviesa el sector en nuestro país, con niveles de ventas y producción aún muy inferiores a los preCovid y las previsiones no son demasiado optimistas: la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac) estima que este año cerrará con unos 830.000 turismos vendidos y el próximo con 900.000, y Faconauto, la patronal de las asociaciones de concesionarios oficiales, pronostica que las ventas sólo crecerán un 5%, hasta unas 870.000 unidades, aunque podrían mejorar un 10% adicional y llegar a 960.000 si se solucionan algo los cuellos de botella en producción.

Las emisiones de CO2 se deberían contabilizar a lo largo de toda la vida útil del coche eléctrico, es decir, desde que se empieza a fabricar la batería

Y en la apuesta por el coche eléctrico también hay bastante hipocresía. Entre sus muestras está que el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, volvió al plan renove con incentivos para rejuvenecer el parque automovilístico, aunque muchos españoles no pueden pagar un coche nuevo. Y todo ello sin renunciar al motor de combustión, porque su último coche cuando aún presidía la Xunta de Galicia es un híbrido enchufable de gasolina que cuesta 70.000 euros y emite 127 gramos de CO2/kilómetro, cinco menos que un diésel de 20 años. Y en el siguiente tuit se muestra la gran estafa del coche eléctrico, hablando no sólo de las dificultades de recarga que hay y habrá, sino también de las emisiones porque se deberían contabilizar los del conjunto de su vida útil (lo que incluye la fabricación de la batería).

Y toda la historia por la energía ‘verde’ en movilidad da lugar a cosas tan curiosas como este autobús: presume de ser eléctrico... y lo es, pero para cargarse usa un generador eléctrico que se alimenta con combustibles. ¡Olé y olé!