Este jueves, Repsol ha dado a conocer sus resultados de 2023 (afectados por el crudo y el gas baratos, como los de la mayoría de petroleras) y su Actualización estratégica 2024-2027, y precisamente la creciente remuneración al accionista que recoge ha disparado la cotización, siendo el valor más alcista del Ibex (+5,45%). Habrá que esperar algo para ver si los inversores también aplauden los mensajes que ha dado el CEO, Josu Jon Imaz, en rueda de prensa... y entre ellos, está la rebaja del tono de amenaza sobre las inversiones en España, aunque ha subrayado que “no hay prisa en la toma de decisiones.

Recuerden que cuando se conocieron los resultados de los nueve primeros meses, la amenaza sobre las inversiones fue muy fuerte por parte de Imaz, tras conocerse la posibilidad de que se mantuviera el impuestazo a las energéticas (recogido en el acuerdo entre PSOE y Sumar). Finalmente, dicho gravamen se mantiene en el tercer Gobierno Sánchez que arrancó el pasado 17 de noviembre, y desde entonces Imaz ha afirmado que van “a aprovechar el apoyo regulatorio estadounidense” y el presidente no ejecutivo de Repsol, Antonio Brufau, ha advertido que si no hay “estabilidad jurídica y fiscal”, las inversiones de 1.500 millones de euros previstas para impulsar el hidrógeno renovable aquí se irán a “Portugal o a Francia”; declaraciones que forman parte del contexto de ‘efecto Ferrovial’ con una creciente lista de empresas que se marchan... poco a poco.

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Es cierto que las energéticas han suavizado algo sus advertencias, después de que el Gobierno anunciara que los Presupuestos de 2024 incluirán un incentivo si hacen inversiones verdes, pero aún no se sabe de cuánto será... Por eso, siguen pidiendo estabilidad regulatoria e impositiva, como se ha visto en un reciente encuentro del sector organizado por el IESE y Deloitte y al que no ha ido Teresa Ribera, pero sí su marido y consejero de la CNMV, Mariano Bacigalupo.

Imaz con un trozo de un cable de alta tensión en la rueda de prensa

 

En el caso de Repsol, ante los analistas, Imaz ha referido que ve algo de “cambio” y es más optimista. De hecho, la Actualización estratégica contempla una horquilla de inversiones de entre 16.000 y 19.000 millones netos, de los que el 60% se destinará a la Península Ibérica (o sea, a la suma de España y Portugal) y el 25% a EEUU. Es más, entre 2.000 y 3.000 millones están directamente condicionados a la evolución del marco regulatorio y fiscal en nuestro país. Por tanto, Imaz ha rebajado la amenaza del pasado octubre... pero subraya al mismo tiempo que “no hay prisa en la toma de decisiones”. Asimismo, siguen recurriendo el impuestazo “discriminatorio”, que “no es legal ni constitucional”. Es más, Imaz ha puesto el ejemplo de un trozo de cable de alta tensión fabricado con plástico en Tarragona y Aragón para subrayar que “si alguien invierte en España en esto tiene que pagar un gravamen, pero si lo produce fuera no paga nada, ¿alguien puede sostener que esto es social?”. Y espera cambios después de que Bruselas dijera que los gravámenes extraordinarios no tenían sentido e iban en contra de la seguridad de suministro y afectarían a las grandes inversiones que necesita el sector energético, y de que el propio Pedro Sánchez dijera que el impuestazo debe reformularse. “Se debe favorecer y primar al que invierte en España, crea y mantiene empleo industrial. No sé lo que va a pasar, esperamos estabilidad regulatoria y fiscal”, ha apostillado Imaz.

“No sé lo que va a pasar, esperamos estabilidad regulatoria y fiscal”, apunta Imaz

El CEO de Repsol ha vuelto a dar otra lección sobre transición energética, tras haber sido tachado de negacionista y retardista por parte de Teresa Ribera. “No quiero que bajemos la ambición, sino que la transición sea más inteligente y esté basada en las necesidades y capacidades industriales y tecnológicas, en las fortalezas de la economía española y la europea, y que tenga en cuenta sectores básicos (automoción y agricultura -esto no es baladí y más en el contexto de protestas de agricultores-, por ejemplo)”, ha referido. La transición debe hacerse según el trilema energético: sostenibilidad, seguridad de suministro y precio asequible. Y ojo, Imaz ha criticado que se están exportando emisiones de CO2 a terceros países, pero “nos tapamos los ojos”, a pesar de que las emisiones no están bajando en el mundo, sino subiendo.

La Actualización estratégica 2024-2027 se debe a que “gran parte de los objetivos a 2025 estaban cumplidos a 2023”, ha destacado el CEO, dentro de su proceso de “descarbonización, pero basados en las fortalezas y los activos que tenemos”. Junto a dicho proceso, está el compromiso con la retribución a los accionistas gracias a “negocios sólidos que generan caja” y una “fuerte disciplina financiera porque estamos en un negocio volátil”.

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El capex neto (teniendo en cuenta inversiones y desinversiones) previsto para 2024-207 ascenderá a 16.000-19.000 millones y la Actualización estratégica ha usado como base un precio del barril de Brent de 80 dólares para este año, y de 70, 71 y 72 para los tres años siguientes como escenario central (el bajo para garantizar dividendo se sitúa en 55 dólares). Por negocios, 6.000-7.000 millones irán a Upstream (exploración y producción), donde se generará más flujo de caja por barril por los nuevos proyectos y la apuesta en Alaska, México, Indonesia y no convencional en EEUU (o sea, el extraído por fractura hidráulica -fracking-); y como se comprometieron con su socio EIG, se están preparando para una salida a bolsa si el mercado lo permite en 2026. “Repsol es una compañía fuertemente afincada en España, pero el negocio de exploración y producción no tiene sentido que tenga que estar en un mercado de la UE con múltiplos muy diferentes al norteamericano”, ha apuntado Imaz.

3.500-3.800 millones al negocio Industrial convencional y 2.000-3.000 millones al Industrial bajo en carbono, con una apuesta por seguir mejorando la competitividad del refino y en trading con más productos (entre ellos, los combustibles renovables). 2.000-2.200 millones para el negocio Cliente, basado en una oferta multienergética para seguir creciendo crecer en clientes de luz y gas, de lubricantes y digitales (a través de Waylet); y 3.000-4.000 millones en Generación Baja en Carbono, especialmente en la Península Ibérica y aprovechando oportunidades en EEUU, y al mismo tiempo, continuarán con la rotación de activos en generación renovable (dando entrada a socios con un 49% en proyectos que se ponen en operación). 

Al hilo del coche eléctrico, Imaz ha defendido que Repsol es parte de este, pues creó la primera empresa de puntos de recarga hace 14-15 años. Eso sí, considera que “la prohibición de los de motor combustión en 2035 no pasará” y ha destacado que los fabricantes han bajado la eficiencia del motor, algo que “bajaría consumo y emisiones”. Además, ha insistido en que es clave renovar el parque automovilístico con incentivos, lo que reduciría las emisiones un 30%, y “abrir abanico porque no toda la movilidad va a ser eléctrica”, incluyendo por ejemplo los combustibles renovables.

La caída en resultados sí tiene eco en las remuneraciones de Antonio Brufau (-25,54%, de 2,811 millones a 2,093 millones) y de Josu Jon Imaz (-4,96%, de 4,135 millones a 3,93 millones)

El beneficio neto y el ebitda han caído en 2023, como ha sucedido en la mayoría de las petroleras, por el abaratamiento del crudo y del gas. Esto no ha repercutido en el dividendo, que en metálico ha subido un 11%, a 0,7 euros por acción, y Repsol ha seguido con los programas de recompras de acciones (superando dos años antes los objetivos que tenía previstos hasta 2025). Asimismo, ha aumentado la contribución fiscal en España (incluyendo el famoso impuestazo) a 10.446 millones.

Eso sí, la caída en resultados sí ha tenido cierto eco en las remuneraciones de sus dos principales consejeros: el presidente no ejecutivo, Antonio Brufau, y el CEO, Josu Jon Imaz. La retribución del primero ha caído un 25,54%, pasando de 2,811 millones a 2,093 millones; y la de Imaz ha descendido un 4,96%, de 4,135 millones en el año 2022 a 3,93 millones en 2023. En total, Repsol ha destinado 10,964 millones a remunerar a 16 consejeros, incluyendo la salida de Luis Suárez de Lezo el pasado 26 de abril y el pago de 118.000 euros hasta esa fecha (un 66,67% menor a los 354.000 euros recibidos en el conjunto del año 2022), y la llegada de María del Pino Velázquez para ocupar la silla vacante. Claro que en la última Junta de Accionistas (donde se renovó a Brufau, Imaz y otros cinco consejeros -Manuel Manrique, entre ellos- por otros cuatro años), del 92,4% de votos emitidos sobre el informe de remuneraciones de 2022, un 16,32% fueron en contra, un 82,10% a favor y un 1,53% abstenciones. Un rechazo llamativo.