Repsol ha publicado este jueves sus resultados a nivel consolidado a cierre del año 2023. Se trata de otra compañía de un sector tan intervenido por nuestro ‘querido’ Gobierno como el energético... algo que influye en que no haga más que mencionar cada vez que puede que está en línea con la transición energética, y más ante los ataques de la vicepresidenta ecológica, Teresa Ribera.

Apostar por la transición no ha supuesto un apoyo gubernamental y sus resultados de 2023 han sido malos respecto a los del año anterior, como ha sucedido en la mayoría de las petroleras del mundo por el abaratamiento de los precios del crudo y del gas natural. De hecho, así lo hemos visto hasta ahora en: la italiana Eni, la lusa Galp, la noruega Equinor, la británica BP, la anglo-neerlandesa Shell y las estadounidenses  ExxonMobil y Chevron. Por el momento, la excepción ha sido la gala TotalEnergies.

Repsol ha entrado en el primer grupo y no en el de la excepción. Su resultado neto ha caído en un 25,5% en la comparativa entre 2022 y 2023, pero su cotización ha subido notablemente (+5,45%), a 14,425 euros (€) respecto al cierre del día anterior en el momento de la realización de este artículo, siendo el mayor alza dentro del Ibex 35 en la sesión de este jueves. Imaginamos que el mercado ha aplaudido más bien la Actualización estratégica 2024-2027, que incluye un fuerte compromiso con la creciente retribución a los accionistas: destinará entre un 25% y un 35% del flujo de caja operativo anual y estima un reparto total de 10.000 millones de euros (M€) -de los que 4.600M€ serán dividendo en efectivo- en el periodo 2024-2027, a través de aumentos del dividendo y de recompras de acciones.

El resultado neto cae un 25,5%, pero la cotización se dispara más de un 5%... por la Actualización estratégica 2024-2027, que incluye un fuerte compromiso con la creciente retribución a los accionistas

La evolución del precio de la acción de Repsol durante el último mes ha sido muy positiva, ya que se ha incrementado en términos acumulativos en un 9,38%, desde los 12,98€ al cierre del pasado 22 de enero, pese al menor precio del petróleo. En lo que respecta a su evolución desde el cierre de la sesión del día de ayer hasta el momento de la realización de este artículo, también hay muy buenas noticias, como ya se ha citado: nada más y nada menos que ha subido un 5,45%, pasando de los 13,68€ del día 21 a 14,425€. Es decir, como veníamos adelantando, la publicación de los resultados, y más de la actualización de la estrategia, ha sentado muy bien a su precio en bolsa. Pasemos ahora al análisis fundamental de las principales magnitudes que componen la cuenta de resultado.

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El resultado neto al cierre de 2023 alcanzó los 3.168M€, cifra que ha sido inferior en 1.083M€ a la del año precedente, y en términos porcentuales se traduce en una caída del 25,5%. Esto es muy importante en términos relativos, pero no comparable entre períodos como sí es el caso del resultado neto ajustado (el cual no incluye partidas extraordinarias como efectos patrimoniales y resultado específico). Aunque no se alegren todavía, porque no salimos de las malas noticias: el resultado neto ajustado ha bajado en 1.763M€, o en un 26% en términos porcentuales. Todo ello por culpa del crudo y del gas baratos, fundamentalmente.

Por su parte, la capacidad de generar recursos, medida a través del indicador ebitda, no ha evidenciado un buen hacer en relación con la gestión de los gastos de explotación (y es que los costes han sido mayores). En concreto, Repsol ha obtenido un ebitda de 9.254M€, un 33% inferior al de 2022 (13.813M€). El principal decremento entre años de la cifra se debe principalmente al descenso del ebitda en su negocio de exploración y producción (más conocido como upstream en el argot del sector petrolero), que como vimos no paró de descender durante los primeros nueves meses de 2023 de manera comparativa con el mismo lapso de tiempo de 2022, y que ha experimentado una bajada en términos relativos del 36,4% y en términos absolutos de 2.725M€ en la comparativa a cierre de 2023 con el año precedente, y en el que está haciendo una focalización en activos de mayor valor y reduciendo su presencia a menos países.

El ebitda cae un 33%, principalmente al descenso en su negocio de exploración y producción (-36,4%), por los menores precios del crudo y del gas, los mayores costes, y la focalización en activos de mayor valor y en un menor número de países

Ahora toca tratar de manera breve la capacidad de generar liquidez, analizada a través del estado de flujos de efectivo. La compañía multienergética, que tiene a Antonio Brufau como presidente no ejecutivo y a Josu Jon Imaz como CEO, ha disminuido sobremanera su caja -efectivo y equivalentes al efectivo- a cierre de 2023 respecto al cierre de 2022. En concreto, el efectivo ha bajado a 4.552M€, frente a 6.945M€, lo que supone un decremento en términos absolutos de 2.393M€ y en términos relativos del 34,4%. De todas formas, qué esperaban con un descenso del ebitda abultado. Veremos el asunto con mayor detalle.

Ya conocen por anteriores artículos nuestros que el hecho de que un grupo aumente o disminuya su caja entre períodos no quiere decir que sea bueno o malo por sí mismo, al menos en su conjunto, lo importante es el origen de esa caja y el destino de la misma. Repsol, hasta el cierre de 2023, ha originado un menor flujo de caja de las operaciones que el año precedente, pasando de 8.923M€ a 7.064M€. Esto sí que es malo. Pese al importante descenso de dicho flujo, Repsol ha incrementado sus pagos por inversiones en igual comparativa hasta en un 40,57%, dado que está desarrollando importantes infraestructuras, sobre todo, en EEUU y Brasil, y también está su apuesta por las energías verdes. Esperemos que le salga bien la “jugada”, porque sino este descenso de liquidez puede resultarle muy perjudicial en el futuro.

Tiene un menor flujo de caja de las operaciones que en 2022, aunque incrementa sus pagos por inversiones en un 40,57%. Eso sí, la deuda neta se reduce en 200M€

Pero bueno, no todo es malo. La compañía ha aumentado de manera considerable sus pagos para devolver financiación hasta en un 63,13% entre 2022 y 2023. A nadie le gusta pagar muchos tipos de interés y con la que está cayendo en el entorno actual con subidas incesantes de los mismos, mejor tener amortizada la mayor parte de la deuda. Si bien es cierto que genera suficiente ebitda para afrontar los objetivos y obligaciones a corto plazo en concepto de inversiones y amortización de la deuda, el fuerte descenso del ebitda en igual comparativa ha provocado problemas: por ejemplo, ha empeorado su capacidad de devolución de la deuda, medida a través del indicador deuda neta/ebitda, pese a haber reducido la deuda neta en 200M (pasando de 2.256M€ a 2.096M€), por el mayor descenso del ebitda. Además, el ratio de apalancamiento (deuda neta/ (deuda neta + patrimonio neto)) ha disminuido del 8% al 6,7%. 

Conclusión: el año 2023 fue malo para Repsol, si se compara con el anterior, como para la mayoría de las petroleras del mundo por el abaratamiento del crudo y del gas. Esto ha llevado a menor resultado neto y también menor liquidez, si bien está última ha ido a parar a inversiones y a amortización de deuda (algo muy recomendable en el actual entorno de tipos de interés).