Decíamos que la vicepresidenta ecológica perdió los papeles y arremetió contra el CEO de Repsol, tildándole de negacionista y retardista. Un ataque que fue criticado hasta por Cinco Días, el diario económico del grupo PRISA -uno de los grandes portavoces de Pedro Sánchez, junto a RTVE-, con un artículo titulado ‘El extemporáneo tono de Ribera con Repsol, y los ricos que quieren que los otros ricos paguen más impuestos’, donde en las primeras frases señala que “Teresa Ribera suele adoptar un tono mesurado y técnico. Por eso es más llamativo”. Cabe preguntarse quién sabe más de energía y descarbonizar, ¿Ribera o Josu Jon Imaz?

La vicepresidenta ecológica ha perdido los papeles y se ha mostrado más sectaria que nunca, pero no se debe obviar que no recibe a las empresas energéticas españolas y sólo quiere hablar con los ecologistas. Nos lleva a la ruina con tanta ecología (más centrada en demagogia y palabrería que en el sentido común), porque todo lo verde es caro, es decir, la ecología arruina la economía... y ya lo piensa hasta el fondo BlackRock. Esa deriva hacia la ruina por parte de Ribera se puede ver, por ejemplo, en que está contra la nuclear, el gas, el biometano, el petróleo... y en que sólo le gustan las placas solares, los aerogeneradores y el hidrógeno verde (que a hoy es una tecnología inmadura y no rentable), pero con todo esto no basta para tener energía asequible y seguridad de suministro. Estos dos aspectos no son baladí, sino que forman parte de lo que en el argot del sector se conoce como trilema energético, pero para ella sólo existe uno (la sostenibilidad), y la última muestra es que Europa asfixia a camioneros y consumidores con la electrificación del transporte pesado por carretera, la cual aplaude Ribera, por supuesto.

Repsol apoya la transición energética y la descarbonización, pero hacerlas sin ideología y con neutralidad tecnológica, pasito a paso y con sentido, y apostando por el empleo industrial 

El ataque de Ribera se produjo después de que en el Foro de Davos, Imaz volviera ha referir que se está fallando en las políticas de descarbonización y que Europa debe repensar su política energética si quiere lograr una transición justa y equitativa, algo que ya señaló el pasado marzo, junto al presidente de Repsol, Antonio Brufau, y que después repitió este último en mayo. Pero Ribera debería tener en cuenta que Repsol ya no es sólo una petrolera, sino una compañía multienergética, y que fue la primera compañía de su sector en marcarse el objetivo de alcanzar cero emisiones netas para el año 2050... y lo hizo en diciembre de 2019. Además, está a favor de la transición energética y la descarbonización (que no es electrificación sino mucho más), pero en hacerlas sin ideología y con neutralidad tecnológica, pasito a paso y con sentido, y apostando por el empleo industrial (por ejemplo, el de sus refinerías españolas, donde emplea a 11.100 personas). 

Su estrategia de transformación y descarbonización se basa en proyectos industriales bajos en carbono, en aumentar la cartera de renovables y en la oferta multienergética que ha lanzado e incluye descuentos para los clientes, pese a la mayor carga fiscal que tiene tras el impuestazo energético que se ha prorrogado recientemente, asegurando el suministro energético y decenas de miles de empleos. Esto queda muy bonito escrito, pero lo mejor es que es demostrable con hechos.

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En 2023, Repsol alcanzará un récord de inversión orgánica, y sólo entre enero y septiembre sus inversiones ascendieron a 4.362 millones de euros, un 82% más que en el mismo periodo de 2022: del total, el 41% se destinó a España y el 35% se dedicó a proyectos bajos en carbono. Inversiones que, entre otros aspectos, permitieron la puesta en marcha del primer electrolizador en su refinería de Petronor situada en Vizcaya, de 2,5 megavatios (MW) de capacidad para generar 350 toneladas anuales de hidrógeno renovable para uso industrial, sobre todo, en la propia refinería como materia prima para fabricar productos con menor huella de carbono. Al hilo del hidrógeno verde, hay que referir que es una tecnología inmadura y que a día de hoy no es rentable, de hecho, José Bogas, CEO de Endesa, lo ilustró muy bien al afirmar que “tiene un presente incierto y un futuro prometedor, pero hoy su coste es absolutamente inviable”, en la misma línea de la comisaria europea de Energía, Kadri Simson, que refirió que “el coste del hidrógeno aún no es competitivo”. Todo esto es cierto, pero también lo es que hay que ir dando pasos y que para Endesa, al igual que para otras energéticas (Repsol, Cepsa BP, entre ellas), tiene más sentido producir el hidrógeno verde al lado de donde se va a consumir que transportarlo, pese a que esto último es el gran sueño del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y de Ribera a través del futuro hidroducto H2Med que respalda e impulsa también Enagás.

Repsol aspira a instalar electrolizadores en las inmediaciones de sus cinco centros industriales de España, siempre que el marco regulatorio y fiscal lo permita. En estos no sólo hay proyectos de hidrógeno verde, sino también de combustibles renovables (a base de residuos orgánicos -aceites de cocina usados, biomasa...- o combinando hidrógeno renovable y CO2 capturado), que sí son rentables y ya se pueden utilizar en los vehículos con motores de combustión interna, dos segmentos por los que también apuesta Cepsa en nuestro país. En Cartagena Repsol ultima la puesta en marcha de la primera planta que producirá combustibles renovables en la Península Ibérica tras invertir 200 millones, con el objetivo de producir 250.000 toneladas anuales y reducir 900.000 toneladas de CO2, ayudando a la meta de fabricar 1,3 millones de toneladas en 2025 y más de 2 millones en 2030. A esta planta se unirá otra que se construirá en Puertollano con una inversión superior a 120 millones y que en 2025 empezará a producir 240.000 toneladas de combustibles renovables a base de aceite de cocina usado, grasas animales y otros residuos de aceites vegetales. Y en el complejo industrial de este municipio de la provincia de Ciudad Real, también se ha apostado por fabricar hasta 25.000 toneladas anuales de plásticos reciclados, dentro de la apuesta por la economía circular. Asimismo, se está ampliando el complejo químico de Sines (Portugal) con una inversión de 657 millones para dos nuevas plantas en las que se fabricarán productos 100% reciclables y aplicaciones para los sectores farmacéutico, automovilístico y alimentario.

El pasado año, la compañía liderada por Brufau e Imaz se convirtió en la primera en expender combustible 100% renovable en la Península Ibérica y hoy se puede encontrar en 26 estaciones de servicio ​​​​​​; y ultima la puesta en marcha de la primera planta de producción de este combustible en Cartagena

El pasado año, la compañía liderada por Brufau e Imaz se convirtió en la primera en expender combustible 100% renovable en la Península Ibérica y hoy se puede encontrar en 26 estaciones de servicio (de las más de 3.700 que tiene en total entre España y Portugal), y en algunas de la Comunidad de Madrid y Galicia recoge aceite de cocina usado para usarlo como materia prima en su fabricación, impulsando la economía circular. Al mismo tiempo, contribuye a descarbonizar el transporte por carretera (suministra combustible renovable a XPO; varias empresas -Grupo Sesé, Serveto Havi, Joanca, Carreras y Luis Simoes- que tienen entre sus clientes finales a Coca-Cola, Freixenet y Seat) y el de pasajeros (alianzas con Alsa, Avanza, Samar), y el que usa New Holland en su maquinaria agrícola. También contribuye a descarbonizar el sector aéreo con la fabricación y el suministro de combustible sostenible de aviación (SAF) a Iberia, Ryanair, Vueling y Gestair; y el sector marítimo con el acuerdo con el crucero Symphony of the Seas de la empresa Royal Caribbean, y la colaboración con Navantia.

Junto a los proyectos industriales bajos en carbono, Repsol ha apostado por las renovables (instalaciones eólicas y fotovoltaicas), especialmente en España, EEUU y Chile, contando con socios y vendiendo el 25% a Crédit Agricole y el fondo EIP: el pasado octubre contaba con 2.300 MW en operación. Su meta era llegar a una capacidad de 6.000 MW verdes en 2025 y 20.000 MW en 2030, pero como ha adelanto el cumplimiento de los objetivos de su plan estratégico 2021-2025 actualizará este el próximo 22 de febrero. Asimismo, ha apostado por la comercialización de electricidad (ya es la cuarta operadora en nuestro país con 2 millones de clientes) y por la red de recarga eléctrica de coches y ya cuenta con más de 1.600 puntos de acceso público instalados (y de estos, más de 860 están operativos, pero el resto está a la espera de que la excesiva burocracia de las Administraciones Públicas -estatal, autonómica y local- termine su tramitación).

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Claro que en la descarbonización no ha olvidado su negocio tradicional (el denominado upstream -exploración y producción de petróleo y gas), porque como dijo Imaz en la Junta de Accionistas de 2023 “es ético producir el petróleo y gas que el mundo necesita” porque sino va a perder industria. De hecho, ha reorganizado sus activos con diversas ventas (Incluido un 25% del negocio al fondo EIG) para centrarse en el valor sobre el volumen de producción, buscando también liderar la reducción de emisiones de CO2 en el sector al apostar por activos con menos emisiones por barril. Todo esto es parte de la revolución tranquila de la compañía multienergética. 

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