El Santander de Ana Botín ha convocado su Junta General de Accionistas y presentado las novedades de la misma. De entrada, salen Benjumea y Cabeza de Vaca, el jurista de cámara de Emilio Botín (el jurista de Ana Botín es Jaime Pérez-Renovales) así como el que fuera secretario de Estado de Economía con Felipe González, Guillermo de la Dehesa (conocido en el PSOE como Guillermo de la Derecha) el hombre que creó el capitalismo popular… sea esto bueno o malo.

Es decir, salen dos hombres de la era Emilio Botín y entran dos de la era Ana Botín: el brasileño Sergio Rial, al frente de la principal filial del Santander (Brasil) y de toda Iberoamérica y el prejubilable Luis Isasi, fichado ya por Ana botín.

Ojo, en el caso del consejero ejecutivo Rial se hace saber, en el propio comunicado del banco, que reportará al CEO José Antonio Álvarez. La tautología sólo puede entenderse como un premio a Álvarez, el hombre leal que, cesado tras el fichaje de Orcel, volvió a ocupar la consejería delegada tras… el fiasco Orcel.

El peligro para Ana Botín: los fondos, siempre deseando romper la dinastía Botín y colocar a un Orcel. Siempre contra España y siempre contra la banca doméstica

En cualquier caso, prosigue el lento proceso de des-emilianización del banco, al prescindir de dos apoyos clave de Emilio Botín. Ojo, con la excepción eterna: prosigue Rodrigo Echenique, ya sin cargos ejecutivos nominales pero con todo el poder supra-ejecutivo del mundo. Echenique ha sido, en verdad, el directivo del Santander más leal, de fidelidad perruna, a la familia Botín, tanto al padre como a la hija.

De hecho, mientras Javier Botín, el hermano menor, se mantenga en su puesto de responsable de la Sindicatura familiar y no entre en funciones ejecutivas, la figura de Echenique continuará siendo fundamental.

Pero ojo, esa des-emilianización es compatible con que no han cambiado el sistema. Así, el Santander anuncia para su Junta de Accionistas nueva ampliación de capital con cargo a reservas a la que podrán acceder a los accionistas. Esta parte es tan importante como la de los nombres propios.

Para entendernos: Ana Botín repite el modelo de sus padres, amante de satisfacer al accionistas con papel:  te doy mas títulos, que no más dividendos. Junto a ellos, opciones sobre acciones para empleados y ofrecimiento de acciones con cargo a reservas. Lo que alguien definió como “la gestión de la bicicleta”: si no pedaleo de continuo, me caigo. Y con una importante, y signficiativa, rotación de accionistas.

Ahora bien, el enemigo siguen siendo los fondos, máximos accionistas del Santander. ¿Qué es lo que no les gusta a los fondos del Santander? Tres cosas:

1.Que es un banco familiar. A los fondos les mola el anonimato de las bolsas, donde se supone que manda la generalidad cuando los que mandan son ellos.

2.Que es español y a los anglosajones no les gusta lo hispano desde los tiempos de Felipe II.

3.Que hace banca doméstica, es decir aquella banca que cumple un papel social. A los fondos les va la banca de inversión.

Son las tres cosas por las que a mí sí me gusta. Me gusta la empresa familiar, aunque el Santander no sea empresa de pequeños propietarios, precisamente. Me gusta que sea española y no anglosajona, porque la economía global que hemos creado es economía financista… con base especulativa. 

Por eso hay que apoyar el esquema de la familia Botín y en concreto el actual de Ana Botín nos caiga mejor o peor, que eso no influye.

Eso sí, no creo que no ayude mucho al modelo Banco Santander es la deriva políticamente correcta de doña Ana: feminista, ecologista… sólo le falta lo de animalista.

En cualquier caso, los fondos que quisieron colarle a Andrea Orcel continúan en pie de guerra. Y además, hablando de banca doméstica. Ana Botín tiene un problema que hemos resaltado en Hispanidad: España, que funciona al ralentí.

Es 28 de febrero, la junta es en abril… y todo está en orden.