Ya hace tiempo que vengo escribiendo sobre la complejidad de la situación de las compañías de telefónicas, digámoslo así tal como los que ya peinamos canas hemos nombrado siempre a las compañías que nos han suministrado las comunicaciones vía voz. No obstante, ahora, gracias al crecimiento exponencial de la tecnología en las comunicaciones y la competencia realmente feroz que se registra en el sector, algunas, como por ejemplo Telefónica, que nos ocupa este jueves por presentar sus resultados del ejercicio 2018, se han convertido un heterogéneo supermercado de productos de comunicación. En algún caso, como en el de la compañía que preside José María Álvarez–Pallete, en algún momento puede hasta debatirse entre ser una compañía de comunicaciones o una productora de series televisivas.

Anterior a la presentación de los resultados del ejercicio 2018, la compañía Telefónica hizo pública el miércoles la información sobre la desinversión que ha realizado en Centro América. Ya en el mes de enero había realizado una desinversión en Guatemala y el Salvador por 2.025 millones de euros (M€) y una reducción de deuda en 1.400M€, importante en la estrategia de su presidente de mantener la remuneración al accionista y la reducción de su balance. Ahora comunica la venta a Millicom del resto de su negocio en Centro América por 1.450M€ y una plusvalía aproximada de 800M€.

Los gastos por operaciones también se reducen de forma sustancial (-7,6%), donde destacan los descensos en gastos de personal (-7,7%)

¿Pero y las cuentas del 2018? ¿Cómo han ido? Bueno, teniendo en cuenta la competencia realmente despiadada del sector y que aún a la compañía le falta cintura estructural para situarse a la altura del resto del mercado de compañías más recientes y mejor dimensionadas, ha obtenido un resultado de 3.331M€, que representan un 6,4% más que en 2017. Otra cosa es cómo ha llegado aquí ya que las ventas se han visto reducidas en un 6,4%, con crecimientos moderados en España, Alemania y Reino Unido, pero con desplomes importante de casi 2.000M€ en Brasil y América del Sur.

Los gastos por operaciones también se reducen de forma sustancial (-7,6%), donde destacan los descensos en gastos de personal (-7,7%) y otros gastos operativos (-8,5%). Las reducciones más significativas se producen en Reino Unido y Brasil que, con un 25,3%, han acabado siendo una de las importantes aportaciones al grupo. Así, mientras el resultado operativo de la compañía antes de amortizaciones ha ascendido a 15.571M€, un 3,8% menos que en el pasado ejercicio, en Reino Unido y Brasil ha crecido un 13,8% y un 2,9%. Por cierto, España desciende un 3,8%. El resto de los países americanos presentan todos un OIBDA negativo.

Entonces, ¿dónde ha estado realmente el motivo del mejor resultado obtenido? Pues sencillamente allí donde las compañías justifican sus pérdidas cuando las tienen y no dicen nada cuando les salva la cuenta de resultados con beneficios. En este caso, en el resultado financiero con otros ingresos financieros de 838,9M€ obtenidos por extraordinarios (en 2017 fueron 33,2M€), 276,4M€ en diferencias de cambio (en 2017 fueron 90,9M€) y 470M€ menos de gasto financiero. Vamos, todo gracias a extraordinarios como 955M€ por ajustes positivos producto de la hiperinflación en los países suramericanos, y otros 538 por sentencias judiciales a su favor en Brasil.

La deuda sigue siendo uno de los lastres que está arrastrando la compañía desde hace ya muchos ejercicios

La deuda financiera neta de Telefónica asciende a 41.785M€ que, con compromisos, se sitúa en 45.631M€, de los que aún 3.846M€ son con empleados. La deuda sigue siendo uno de los lastres que está arrastrando la compañía desde hace ya muchos ejercicios, aunque también es verdad que la deuda, que alcanzó su máximo en junio de 2016 (52.200M€), ha ido reduciéndose hasta cerrar 2018 con 41.800M€.

Las inversiones se han reducido en 500M€ respecto a 2017.

La cotización en bolsa de la compañía, con algunos altibajos como pasar de un máximo de 7,96€ al inicio del ejercicio a los 7,58€ que cotiza este jueves, necesita, sobre todo, una imagen de solvencia y de liquidez, signos que puede haber remuneración al accionista. Lo primero -solvencia- es complicado si, como en la plataforma televisiva de Movistar, hace apuestas como la de exclusividad en las retransmisiones deportivas a los precios que ha pagado por ellas a la independientita Mediapro. No han dado opción a que, como en otras temporadas, pueda compartir costes con otras compañías a cambio de aumentar sus abonados. ¿Será positivo?

Mientras, con desinversiones hará caja y mantendrá al accionista contento, pero ¿hasta cuándo?

Demasiadas incertidumbres aún.