• Alemania y Francia se reúnen hoy lunes en Berlín para abordar la tensión migratoria, pero insisten en la fórmula del reparto de los refugiados por cuotas, lo que no arregla el problema.
  • Juncker pide a todos los países de la UE que respondan conjuntamente a esta crisis, aunque descarta una cumbre especial sobre inmigración: hay que aplicar las medidas vigentes.
  • De momento, Italia y, sobre todo, Grecia se están llevando la peor parte del problema, que empieza a desbordar a sus gobiernos.
Hoy lunes se reúnen en Berlín Angela Merkel y François Hollande y en la agenda está, cómo no, la crisis política que está provocando la inmigración en algunos países de la Unión Europea, sobre todo por el grito de ayuda lanzado desde Italia. Eso sí, no se esperan grandes avances en la materia. Lejos de presentar nuevas propuestas para aliviar el drama migratorio, Alemania y Francia vuelven a insistir en que la solución está en las cuotas para repartirse a los refugiados e inmigrantes, olvidadando que es un parche porque el problema está en los países de origen: la gente huye porque escapa de la guerra o la miseria. La  imposición de cuotas, además, ya fue rechazada por la Comisión Europea en junio por la falta de apoyos. Coincidiendo con esta reunión, el presidente europeo, Jean-Claude Juncker, ha pedido "valentía" para responder a la crisis migratoria "colectivamente". En un artículo publicado en Le Figaro y Die Welt, Juncker ha recordado que Europa no puede devolver a "aquellos que necesitan protección". "Este principio está consagrado en las leyes y en nuestros tratados, pero temo que estén cada vez más ausentes en nuestros corazones", ha remachado. Juncker ha descartado, además, un nuevo encuentro europeo para responder a la presión migratoria: "No necesitamos una nueva cumbre. Los Estados miembros deben adoptar las medidas europeas y aplicarlas en su territorio". Conviene recordar que, ante el incremento de las avalanchas de refugiados, los ministros europeos de Interior acordaron hace un mes el reparto voluntario de unos 32.000 demandantes de asilo necesitados de protección internacional. Esta cifra quedaba, no obstante, lejos de los 40.000 refugiados que los líderes europeos aceptaron acoger en un plazo de dos años, pero sin imposición de cuotas. En cualquier caso, la mayoría de estos inmigrantes están todavía hacinados en Italia y Grecia, y ambos países tienen que afrontar prácticamente solos esta crisis. Solo ayer domingo, las autoridades italianas interceptaron a 4.400 inmigrantes en aguas del Mediterráneo. En este contexto, el ministro italiano de Exteriores, Paolo Gentiloni, ha advertido de que este empeoramiento de la crisis amenaza con poner en duda los acuerdos de Schengen, que permiten la libre circulación por Europa. La tensión migratoria se escenificó la semana pasada con toda su crudeza en las fronteras de Macedonia, en estado de emergencia. Daniel Esparza daniel@hispanidad.com