Ayer el holandés Mark Rutte, hoy la alemana Ángela Merkel y aún quedan otros países como Suecia. Todo un peregrinaje del pedigüeño Pedro Sánchez para que Europa le otorgue el dinero con el que salvar la política de subvenciones. Todo ello mientras Pablo Iglesias tensa la cuerda de las subvenciones públicas y, por tanto, del aumento de gasto público, primero con el ingreso mínimo vital, ahora con la dependencia que encima exige una subida de impuestos directos. Iglesias dice que una las clases altas a la clases medias (las clases altas representan el chocolate del loro de la recaudación).

Hablemos claro, lo que Europa (igual Merkel que Rutte) le está pidiendo a Pedro Sánchez es justo lo contrario de lo que él pretende, justo lo opuesto a los que proponen sus socios podemitas.

La solución no está en Europa sino en España: hay que reindustrializar el país aprovechando la actual coyuntura

Europa le exige al pedigüeño Sánchez: despido libre, retrasar la edad de jubilación y reducir el gasto público. Y lo más triste es que, en esta ocasión, los impresentables eurócratas tienen razón.

Pero sobre todo, la solución no está en Europa sino en España: hay que reindustrializar el país aprovechando la actual coyuntura, aprovechando en suma, que nos vamos a endeudar hasta las cejas. Al menos, endeudémonos por algo productivo, para crear industrias, aunque sean públicas, no para crear subvenciones. La solución, en efecto, no está en Europa, está en España.

Merkel apoya al holandés Rutte, pero ahora le toca el papel de árbitro

E insisto: Merkel no es la buena y el país-bajero Rutte, el malo. Sólo que, ahora mismo, a Merkel le toca el papel de árbitro, como presidenta de turno de la Unión, pero conste que pide a España lo mismo que Rutte: retrasar la edad de jubilación, despido libre, es decir, despido con indemnización pactada de antemano y reducir gasto público. Justo lo contrario de lo que pretende Sánchez.

Se trata de reindustrializar, don Pedro, no de subvencionar.