• Lo de su presidente, O'Leary, para dar o quitar razones, recuerda a las piezas de teatro del absurdo.
  • Pero ojo, porque la falta de credibilidad se salda, de momento, con un un perjuicio reputacional.
  • La reacción de Norwegian al contratar a 140 pilotos de Ryanair muestra otro problema: la falta de pilotos.
  • Son dos compañías que tal bailan para sostener su rentabilidad sobre sueldos más bajos.
  • Ryanair ha resistido hasta ahora para cambiar las condiciones y esas condiciones afectarán, sobre todo, a las low cost de menor tamaño.
Lo de Ryanair se empieza a parecer a una obra de teatro de Ionesco, lo que no evita la realidad paralela de estar en la cima de las aerolíneas europeas, a mucha distancia, por supuesto, de Norwegian. Pero es la low cost noruega la que ha contratado a 140 pilotos de la irlandesa en lo que va de año, haciéndole el agujero en la plantilla que ha provocado la cancelación de 2.000 vuelos en septiembre y octubre. Desde ahí todo suena a risa: la low cost irlandesa dijo en un comunicado, el viernes, que el problema era de puntualidad y no ha tenido otro remedio, después, que confesar la verdad: la falta de planificación en las vacaciones de los pilotos, que deja al descubierto la falta de pilotos. El culpable, naturalmente, es Michael O'Leary (en la imagen), capaz de vestirse de payaso un día y de azafata al siguiente (en ruedas de prensa). Pero tanto la situación de Ryanair como el contragolpe Norwegian, otra que tal baila en las condiciones laborales, apuntan a lo mismo: el precio de la carne de piloto vuelve a subir. Ryanair se ha resistido hasta ahora entrar en ese bucle -para sostener la rentabilidad de la compañía-, pero ese bucle afectará, sobre todo, a las compañías low cost de menor tamaño. El efecto en Ryanair se traduce, de momento, en un daño reputacional. Los sufridos pasajeros que se han encontrado de la noche a la mañana sin vuelo se lo pensarán dos veces antes de elegir esa compañía, que ha pichado en sus obligaciones y ha provocado una airada respuesta del Ministerio de Fomento (en forma de expediente informativo). Y del problema en una compañía a las secuelas que deje en el resto. Durante años, la guerra de precios y costes (incluyendo el sueldo de los pilotos) se desató entre aerolíneas regulares y compañías de bajo coste. Ahora, esa guerra se traslada a un duelo entre sí de compañías low cost. Los sueldos de pilotos cambian según las compañías, siendo las americanas y, entre las europeas, Lufthansa, las que mejor pagan, en torno a 200.000 euros anuales, frente a la horquilla de entre 60.000-70.000 euros que pagan las low cost como Ryanair, que es casi la mitad de los que pagan de media las compañías tradicionales (unos 150.000 euros al año). Rafael Esparza