Da igual lo que se prolongue el conflicto (aunque no para el prestigio de España): el taxi ha perdido la batalla frente a la VTC. La perdió ya antes de que aparecieran Uber y la española Cabify, cuando se proletarizó. El autónomo del taxi, el pequeño propietario que operaba con su propio coche tras luchar por una título habilitante, una licencia, propiedad privada pequeña que ofrecía un servicio público (servicio, no propiedad pública) se ha ido convirtiendo en minoría frente a los nuevos capitalistas recolectadores de licencias, que tienen a sus órdenes a proletarios del taxi, generalmente mal pagados.

El taxi se proletarizó, dejó de ser tierra de autónomos y ahora es derrotado por el capitalismo de Uber. Lógico

La TV repite que los trabajadores de Uber son autónomos. No, son falsos autónomos. No dependen de su propio trabajo sino de la empresa, de la misma forma que un franquiciado de McDonald’s no es pequeña propiedad privada: depende de la cúpula de la multinacional americana. Sin la multinacional, no es nadie.

Y en el predio del proletariado siempre vence el capitalismo de las gran empresa. Es decir, en ese terreno lo grande se impone a lo pequeño. Debían haber luchado por el principio: un hombre, una licencia de taxi.

Debieron haber luchado por el principio: un hombre, una licencia

Luego está la calidad en el servicio: en las redes sociales se recuerda el buen servicio que da Uber y Cabify: buenos coches, amabilidad, precio… Olvidan que la calidad en el servicio de las grandes empresas es un espejismo, pero extraordinariamente eficaz. Cuando los VTC se impongan, el servicio dejará de ser barato, los vehículos habrán envejecido y las condiciones del servicio se orientarán hacia un mayor margen del beneficio, no hacia una mayor satisfacción del cliente. Aprovechad mientras podáis.

Pero volviendo a la huelga de taxis: los taxistas han perdido y, encima, fiados en líderes sin experiencia y un pelín chulescos, se han ganado las iras de la ciudadanía.

La calidad en el servicio de las grandes empresas es un espejismo, pero extraordinariamente eficaz

De hecho, los taxistas han cometido dos errores: han confiado en el PSOE y han confiado en Podemos. Ninguno de los dos partidos cree en lo que el taxista representa: la pequeña propiedad privada. Y así, Podemos sigue exhalando las habituales tontunas contra el modelo económico capitalista –cuando se está dirigiendo a un colectivo de raíces ‘capitalistas’-. Para los podemitas la solución consiste en estatizar, en convertir a los taxistas en funcionarios municipales.

También han cometido el error de confiar en el PSOE, en el Gobierno Sánchez, que lo que ha hecho es convertir el problema de los taxis en 17 problemas paralelos, al ceder a la CCAA la regulación. Es lo que se llama quitarse el muerto de encima.  

El taxi ha perdido la batalla. A partir de ahora, aunque la huelga permanezca ya solo será una cuestión de orden público… y de pérdidas para el taxista.