Sr. Director: El estallido de la primavera árabe, hace ya cuatro años, marcó un tiempo nuevo en las relaciones entre Estados Unidos y los países del Golfo. Durante este tiempo han arreciado las tensiones entre Arabia Saudí e Irán, hasta el punto de que su enemistad, como si de una nueva Guerra Fría se tratara, se ha trasladado al campo de batalla en Irak, Siria o Yemen. Las tensiones, más allá de las diferencias religiosas, son manifestación de una lucha de poder por el control de Oriente Medio. Una lucha que ha propiciado la creación de un monstruo, el Estado Islámico y ha provocado el asesinato de cientos de miles de ciudadanos inocentes. En medio de estas tensiones, EEUU ha buscado acercar posiciones con Irán. Pero el equilibrio en la zona exige que ahora trate de tranquilizar a las monarquías del Golfo, inquietas por el nuevo papel de Teherán. La cita ha sido en Camp David, y el motivo, un firme compromiso de apoyo militar estadounidense a sus antiguos aliados. De este modo, Obama quiere colocar de nuevo a Estados Unidos en el centro del envenenado tablero de Oriente Medio, realzando su protagonismo internacional frente a Rusia y China. Sin embargo no basta el poderío militar y el económico, hace falta una inteligencia que cabe preguntar si abunda en la actual Casa Blanca. Jesús Martínez