Theresa May ya es primera ministra del Reino Unido. Los progres se han quedado tranquilos. Es una mujer muy conveniente para los parámetros políticamente correctos: tiene esposo pero no ha sido madre. Europeísta en el país del Brexit, feminista, partidaria del homomonio. Intelectual de lo más liberal (ya saben lo que eso quiero decir), capitalista y financista, dispuesta a engañar a los británicos haciendo un Brexit sin Brexit. Por el contrario su rival, Andrea Leadsom (en la imagen) es religiosa y cometió errores que le descartaron. El primero, ser fiel a lo que el pueblo dijo en el Brexit. El referéndum Cameron fue una estupidez pero ahora hay que cargar con él. En segundo lugar, es madre de familia y se le ocurrió decir que May no tenía esa experiencia. Lo cual puede no resultar muy elegante, pero es muy cierto. Para gobernar un país me fío mucho más de una mujer que ha sabido gobernar la maternidad y la educación de sus hijos, gobernanza que Theresa May no ha demostrado. En tercer lugar, y esto fue su gran error, cometió el error de decir que hablaba con Dios en la oración. De inmediato, empezaron las chuflas sobre su religión, chuflas que nadie ha reprochado a los miserables que las practicaron. Es decir, que Andrea Leadsom no puede ser primera ministra del Reino Unido porque hace oración, eso que han hecho millones de personas desde hace 2.000 años: hablar con Dios… que escucha y responde. Si no, no sería diálogo, sería otra cosa. Y esto dice mucho sobre el Reino Unido y sobre la actual Europa. Y nada bueno. Eulogio López eulogio@hispanidad.com