Lo ha dicho el catedrático de genética Nicolás Jouve (en la imagen). Ojo al dato: "Horas después de la unión entre espermatozoide y óvulo el embrión ya tienen definida su identidad genética".

Es decir, que ya existe un nuevo ser, no un puñado de células, una persona que contiene "toda la información que permitirá su pleno desarrollo y que permanecerá inalterable a lo largo de su vida". Inalterable en esencia, que no en morfología.

Más de Jouve, "desde la fecundación estamos ante una realidad única e irrepetible. Cada individuo humano, primero embrión, luego feto y, tras el nacimiento, bebé, niño, adulto o anciano es el mismo ser, la misma persona".

Y como no pueden negarle la evidencia al experto, lo que hace la atmósfera dominante es ocultar al experto.

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