Sr. Director:

Juan Pablo II en la misa que celebró en el paseo de la Castellana de Madrid el 2 de noviembre de 1982, subrayaba con fuerza: "La familia es la única comunidad en la que todo hombre 'es amado por sí mismo', por lo que es y no por lo que tiene.

La norma fundamental de la comunidad conyugal no es la de la propia utilidad y del propio placer. El otro no es querido por la utilidad o placer que puede procurar: es querido en sí mismo y por sí mismo. La norma fundamental es, pues, la norma personalística; toda persona (la persona del marido, de la mujer, de los hijos, de los padres) es afirmada en su dignidad en cuanto tal, es querida por sí misma".

Fue una constante de su Magisterio, que enlaza con escritos de juventud sobre la persona y el amor humano. Ya casi al final de su vida, en la audiencia del 30 de abril de 2004 a los miembros de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, sintetizaba: "La familia, como origen y base de la sociedad humana, tiene además un rol irreemplazable en la construcción de la solidaridad intergeneracional. No hay edad en la que se deja de ser padre o madre, hijo o hija". La familia se constituye en el orden del ser del que derivan esas condiciones naturales, inseparables de la 'natio', del nacimiento. Lluis Esquena Romaguera