
Vamos a suponer que el arzobispo de Paderborn (Renania del Norte, Alemania) no supiera que el espectáculo que se iba a representar en la catedral de esta ciudad era una blasfemia, para más inri perpetrada en parte sobre el altar de la consagración. Entonces no le llamaremos malo, sólo tonto. Pero resulta difícil sospechar que nadie sabía nada sobre que otro alguien fuera capaz de representar una burla como esta, en plena catedral. Porque claro, las cosas nunca pasan porque sí.
Pollo congelado con pañal, un “artista” semidesnudo en la catedral de Paderborn, el Arzobispo en primera fila.
— Universitarios Católicos (@UniCatolicos_es) May 28, 2025
La Iglesia Católica alemana completamente fuera de la Iglesia.
Urgen purgas, que los pocos sacerdotes de sana doctrina sean ordenados obispos y se excomulgue a alguno. pic.twitter.com/6wXCxJJ9Sd
Quiere decir que aún estaríamos mejor que cuando el arzobispo cardenal de Viena, de cuyo nombre no quiero acordarme, permitió una representación gay en la catedral de Viena... por dos años seguidos.
Estamos en la era de la blasfemia contra el Espíritu Santo, que no es la blasfemia monda y lironda sino la inversión suprema de valores, donde lo bueno se ha convertido en lo malo y lo malo en lo bueno, donde Dios es Satán y Satán es Dios, paso previo a la adoración de la bestia, la marca del fin de la historia, cuando las columnas del universo se desmoronen. Y eso no va a ocurrir mañana pero podría ocurrir pasado mañana. Está en los evangelios.
La Iglesia no tiene que acercarse a los obispos alemanes, son los obispos alemanes quienes deben acercarse a Roma. Y no es el único ejemplo de... acercamiento necesario
Todo esto viene un cuento de que el Papa León XIV,no sin razón, ha lanzado como principio programático de su pontificado la unidad de la Iglesia, que, es verdad, anda en medio de cismas, herejías y batallas un pelín horteras pero muy encendidas. Pues bien, no parece que sea eso lo que buscan los obispos alemanes.
En cualquier caso, ¿unidad en torno a qué? ¿En torno a la degenerada jerarquía católica alemana, convertida hoy en un patio de monipodio? El concepto de unidad induce que todos debemos caminar hacia un mismo centro, como en una tela de araña.
Sin embargo, la Iglesia es un árbol, con unas raíces -lo esencial- de donde salen un tronco y unas ramas. Las ramas no pueden alejarse del tronco ni de las raíces: esto es la unidad cristiana.
Lo cual, pasando de la imagen a la realidad, significa que el Vaticano debe exigir a todos los obispos y hermanos separados, la vuela al redil, la vuelta a las raíces, no cambiar las raíces porque no les gusten a las hojas más alejadas. Unidad hacia adentro, no hacia afuera.
La idea de unidad en la Iglesia, de León XIV, es buena y necesaria, pero ya hay quien está intentando manipularla. Y por supuesto, debe ser la de la unidad en la verdad. ¿Y qué es la verdad?, preguntó Pilatos. Está muy claro: verdad es lo que dicta Cristo.
La Iglesia no tiene que acercarse a los obispos alemanes, son los obispos alemanes quienes deben acercarse a Roma. Y no es el único ejemplo de... acercamiento necesario. León XIV, unidad, pero sólo en la verdad.