Estamos a escasas horas de cerrar un año y, como sucede en los momentos de balance, el calendario nos suele brindar alguna metáfora. El final de ciclo no es solo algo temporal, a veces refleja con precisión el agotamiento moral y político de un proyecto. Eso es lo que parece ocurrir hoy con el Gobierno de Pedro Sánchez y con una forma de ejercer el poder que se ha ido transformando, casi sin disimulo, hacia la instrumentalización total del Estado.
No es una acusación novedosa. En otras ocasiones ya comentamos cómo Sánchez ha utilizado el poder que le otorgaron los españoles de manera personalista y partidaria. Las instituciones, los resortes del Estado y la estructura del partido has sido utilizados repetidas veces como palanca para el único objetivo de la permanencia en La Moncloa a cualquier precio. Los pactos con comunistas, independentistas y los herederos de ETA han sido y siguen siendo sus avales que le sostienen en el gobierno. Al final, no se trataba de un proyecto de país, sino de una estrategia de supervivencia. Manual de resistencia, lo llamó Sánchez, es un libro que escribió Irene Lozano, pero que firmó el presidente.
Con el paso del tiempo, ese instinto de conservación parece haber mutado en algo más. La necesidad de parapetarse en el poder para protegerse de un cerco cada vez más estrecho de escándalos y sospechas de corrupción que afectan al entorno familiar, al Gobierno y al propio Partido Socialista. Al final, la frontera entre ambición política y autodefensa personal está borrada del mapa.
Sánchez está hitlerizado en su búnker, viendo cómo la guerra se agota y los rusos le acosan
En este contexto, la responsabilidad no recae únicamente sobre quien dirige la orquesta, Pedro Sánchez. También, todos aquellos que, desde el Consejo de Ministros o desde las estructuras del partido que continúan sosteniendo esta farsa del poder, son corresponsables por complicidad. Alfiles que sacrifican su cabeza para salvar al «puto amo», en palabras de su escudero Óscar Puente. Pero la imagen ajedrecística se queda corta, porque lo que emerge día a día como un cadáver en proceso de corrupción desde el fondo de un lago, es una red cada vez más extensa de presuntos delitos y favores cruzados que ha terminado por desbordar a sus propios protagonistas.
El presidente ya no gobierna; se esconde. Sánchez está hitlerizado en su búnker, viendo cómo la guerra se agota y los rusos le acosan. Sin capacidad de reacción ha reducido su acción política a resistir, a ganar tiempo, a tensar las costuras del sistema. La pregunta es, cuándo le llegará el momento de la cápsula de cianuro.
De momento es la pérdida de poder territorial -Extremadura ahora, previsiblemente Aragón en breve y luego Castilla y León, Andalucía y, sin duda, en las elecciones generales-. Figuras como Pilar Alegría o dirigentes regionales como Miguel Ángel Gallardo parecen destinadas al cajón de los juguetes rotos de un proyecto que quema a los suyos para alargar unos meses más la agonía del gurú de la secta porque el que todos han de morir.
Pero no se lleven a engaño, porque nada de esto es improvisación política. La estrategia de Sánchez es que es consciente de que invocar al miedo de que “llega la ultraderecha”, se le queda corto. Su nueva estrategia es más sofisticada y, a la vez, más peligrosa. Pretende convencer a los españoles de que “la ultraderecha ya está aquí”. Con este relato pretende presentarse a unas futuras elecciones como el salvador, como el último dique de contención desde una izquierda que se arroga en exclusiva la bandera de la libertad, la justicia social y los derechos humanos.
El problema para esta estrategia es que la realidad -y especialmente la judicatura- parece avanzar más rápido que su relato. Las investigaciones ya no se limitan a episodios de putas y cocaína, sino que apuntan a presuntos casos de corrupción de Estado, como todo lo relacionado con Air Europa, donde reaparece la sombra de un “viejo amigo” que quizá, en realidad, no lo sea tanto: José Luis Rodríguez Zapatero, que más que un aliado ingenuo, todo apunta a un posible cómplice en una forma de entender el poder como una red de intereses.
Llegados a este punto, me pregunto: ¿por qué la historia del socialismo y de la izquierda cuando gobierna, termina tan a menudo de la misma manera? Hay algo en el ADN de la izquierda que les lleva de lo utópico al crimen, de la democracia a la dictadura; de la denuncia a la imputación. Repasen la historia de la izquierda y verán que sucede así. Desconozco si hay algún país gobernado por la izquierda que haya mantenido un comportamiento ético en la línea de tiempo, que no haya terminado en dictadura o que no haya estado retroalimentado por el crimen, la corrupción o la falta de libertad. No se preocupen, para eso les daré algunos libros que leer.
Hay algo en el ADN de la izquierda que les lleva de lo utópico al crimen, de la democracia a la dictadura; de la denuncia a la imputación
Tal vez 2025 marque el inicio del fin del Sanchismo, con 2026 como horizonte de cierre definitivo. Desde luego no será por un vuelco épico ni por la repentina lucidez colectiva de sus votantes, sino porque la realidad, tarde o temprano, termina imponiéndose. Y cuando eso ocurre, ni el relato, ni el miedo, ni la manipulación de las instituciones bastan para sostener lo insostenible.
El PSOE en la historia de España (La esfera de los libros) Pío Moa. Exceptuando el periodo franquista, el PSOE ha sido la fuerza política con mayor influencia en la España contemporánea desde 1917, especialmente durante la II República y desde su llegada al poder en 1982. Pese a ello, su ideario y su recorrido histórico siguen siendo ampliamente desconocidos, incluso entre sus militantes, especialmente su formas de gobiernos desde la amenaza, el chantaje, el crimen y los delitos de estado. Este libro analiza con rigor y claridad la existencia de un partido inseparable de la historia nacional.
Historia criminal del Partido Socialista (Actas) Javier García Isac. La trayectoria del PSOE pudo haber sido muy diferente y motivo de legítimo orgullo para sus militantes. Sin embargo, muchas de sus grandes oportunidades históricas derivaron en prácticas de engaño y corrupción. Este libro recorre los episodios más sombríos del partido desde su fundación por Pablo Iglesias Posse, incluyendo amenazas y violencia política temprana contra figuras como Antonio Maura, con un estilo directo y contundente.
Libro negro del comunismo (Arzalia) Stephane Courtois (ed.). Publicado en 1997, este libro se convirtió en un fenómeno editorial internacional, traducido a veinticinco idiomas, con la edición española como la primera del mundo. Hoy regresa a las librerías en una versión revisada y ampliada, con correcciones, cartografía mejorada y un nuevo prólogo de Stéphane Courtois, que evalúa veinticinco años de impacto de una obra cuya validez histórica ha sido confirmada por la investigación académica posterior.













