Todos los políticos, especialmente los más majaderos (sí, hay algunos incluso más majaderos que otros) terminan por remitir todo a la escuela: "es un problema de educación", suelen repetir. O como decía Chesterton, "las reuniones sobre educación siempre son interesantes, por la sencilla razón de que bajo el título 'educación' se puede debatir cualquier tema que se te pase por la cabeza". Y uno, en su ingenuidad, sospecha que lo que realmente quieren decir es que a los niños hay que lavarles el cerebro desde la más tierna infancia, cuando no se pueden defender.

Pero Chesterton dice más: "Lo principal respecto al tema de la educación es que no es un tema. No existe la educación. No es más que una frase vaga para transmitir a los humanos cualquier verdad o virtud que tengamos. Es característico de nuestra época que cuanto más dudamos del valor de la filosofía, más seguros nos mostramos del valor de la educación". 

A un siglo XX relativista ha sucedido el XXI, la era de la blasfemia espiritual. Traducido a la educación, es lo que siempre hemos conocido como corrupción de menores

Aquí ya empezamos a entendernos, porque no podemos olvidar que el relativismo en el que todavía creemos vivir, lo del "nada es verdad ni mentira, todo depende del color del cristal con que se mira", es cosa del pasado, es lo propio del siglo XX. El siglo XXI es el siglo de la blasfemia contra el Espíritu Santo donde la atmósfera dominante, ya no es el no puedo conocer la verdad, sino el claro que puedo, sólo que la verdad es mentira y la mentira verdad, se percibe el mal como bien y el bien como mal, lo bello como feo y lo feo como bello, un verdadero transformismo de la cabeza y el corazón, el más peligroso de todos.

Y así, don Gilbert concluye con la revelación más extraordinaria de su tiempo, un siglo atrás, que sigue siendo la revelación más extraordinaria de nuestro tiempo, cien años después pero de patente actualidad: "En otras palabras cuanto más dudamos de si tenemos alguna verdad más seguros estamos de que se lo podemos enseñar a los niños". Traducido: a los niños les enseñamos todo tipo de barrabasadas, empezando por la ideología de género y, sobre todo, todas nuestras salvajadas, dado que, si las hacemos nosotros, a lo mejor es que están muy bien hechas.

Indispensable educar a los hijos en casa y que los padres tengan más poder en los colegios

Traducido al sistema educativo actual, es lo que siempre hemos conocido como corrupción de menores. Por tanto, se vuelve indispensable educar a los hijos en casa... aún cuando les lleves a un buen colegio. 

En cualquier caso, si no tienes convicción alguna, ¿sobre qué vas a educar a los hijos de los demás, campeón? Por eso, la perversión de la infancia se ha convertido en un signo de nuestro tiempo. Vivimos un momento en el que se está rasgando la inocencia. A mí me parece extraordinariamente peligroso: ¡dejad a los niños en paz!

Indispensable educar a los hijos en casa... aunque vayan al colegio. Es indispensable que los padres dispongan de mayor influencia en el cole, porque a veces están pervirtiendo a sus hijos, a sus espaldas.