Daisy Strongin se define en sus redes sociales como "Esposa de 25 años y madre de dos hijos. Una vez un chico trans alegre y con los ojos muy abiertos, ahora una mujer católica gruñona. Lo creas o no, la vida es mejor ahora".

En 2018 decidió operarse y extirparse ambos pechos, buscando su transición a hombre. Algo de lo que ahora se arrepiente día tras día.

"Mucha gente me acusa de no asumir ninguna responsabilidad por mis acciones y de simplemente echarle la culpa a los médicos, pero no saben el peso de la vergüenza que siento todos los días por lo que hice. No puedo perdonarme a mí misma". 

"Me lastimé, traumaticé a mis padres, privé a mi esposo de una hermosa esposa, mis bebés no pueden vincularse conmigo como Dios quiso y eventualmente se sentirán aislados y confundidos por la no feminidad de su madre. No te equivoques, lo arruiné todo. Nunca podré arreglarlo".

Daisy acaba de tener a su segundo hijo, y ha subido unas fotos durante los primeros minutos de vida de su bebé, donde recuerda su historia: "Soy una mujer detransicionista. Solía ​​ser transgénero y me identificaba como hombre, entre 2015 y 2020. Me sometí a una doble mastectomía o “cirugía superior” en 2018 porque creía que me suicidaría si no lo hacía. Todavía tengo algunos tornillos flojos, pero en el pasado tenía algunos más". 

El arrepentimiento de Daisy es tal que en las fotos sale llorando y, como ella aclara, "no son lágrimas de felicidad": "Si tan sólo pudiera retroceder en el tiempo hasta 2018 y mostrarme estas fotos. Esas no son lágrimas de felicidad. Esta fue su primera alimentación. 40 minutos. Sé que amamantar no funciona para todas las mujeres, pero esta vez la desesperanza de mi situación me está afectando mucho". 

Daisy cuenta que no ha podido alimentar a su hijo con su leche al haberse sometido a esa masectomía doble, lo que le está afectando: "Ni siquiera tengo la oportunidad de intentarlo. No hay asesora de lactancia, ni cirugía, nada que pueda lograr que mis hijos puedan mamar del pecho de su madre. No hay nada que mi cuerpo pueda crear para ellos. Nunca lo habrá. Y lo peor es que todo es culpa mía". 

"¿Cómo se lo voy a explicar a mi hija? ¿Le oculto mis cicatrices para siempre? Creo que debería. Cuando crezca, notará que todas las mujeres tienen algo que mamá no tiene. Mi hijo también lo notará, pero mi pobre hija. ¿Qué mensaje le enviaría eso a ella? Dios ayúdame". 

En Hispanidad hemos publicado varios casos de trans arrepentidos, por ejemplo, el de Helena Kerschner, que explicaba el suplicio que supone cambiar de sexo. O el caso de Sandra: "Te meten el pene para adentro. De su tamaño dependerá la profundidad de tu vagina. Con el prepucio te hacen el clítoris". O el de Nagore, la mujer que paró su transición a hombre. O el caso de Susana, la primera trans arrepentida que reclama a la Sanidad pública: "Yo tenía 15 años. ¿Cómo me dejaron hacer eso?". Además, hemos denunciado cómo aumentaba el número de trans que se arrepiente de su proceso de cambio de sexo.

O casos en los que se ve cómo toda la maquinaria trans coacciona y empuja a jóvenes a tomar deciones irreversibles de las que se pueden arrepentir. Como Chloe Cole que denunció la coacción a la que fueron sometidos sus padres por parte de los médicos:"¿Preferirías tener una hija muerta o un hijo vivo?". O el del ex marine estadounidense Chris Beck que advitió que los famosos bloqueadores de la pubertad "son las mismas hormonas que solían utilizar para la castración química para pedófilos”. También el de Amelia, transgénero arrepentida, que denunciaba la coacción que sufrió: le dijeron que "si no transicionaba no iba a ser feliz y me acabaría quitando la vida". Muestra de ello son los protocolos en los colegios que obligan a los profesores a denunciar a los padres que se opongan a que sus hijos cambien de sexo