La historia del PSOE, desde que se fundará en 1879 por Pablo Iglesias Posse, ha sido una de las más influyentes y controvertidas de la historia contemporánea de España. Sin embargo, con la democracia, solo ha cambiado las formas, pero su actitud moral en política sigue siendo la misma: usar el poder como fin último, con el objetivo de lograr sus metas políticas de dudosa bondad. Para alcanzar el poder, cualquier medio vale, como hemos visto en sucesivas etapas del partido socialista.

Su fundación, durante las primeras décadas del siglo XX, trajo consigo la violencia revolucionaria, especialmente durante la II República que, lejos de actuar como un garante de la legalidad republicana, se convirtió en uno de los principales instigadores de su descomposición. Su puesta de largo, durante el mes de octubre de 1934, anticipaba la Guerra Civil, cuando el partido promovió una insurrección armada contra el Gobierno legítimo de la República, en la que participaron activamente dirigentes socialistas como Francisco Largo Caballero.

Durante el conflicto de la Guerra Civil (1936-1939), el PSOE se alineó con los grupos más radicales, denominado Frente Popular. Estrategia que se repite hoy con el gobierno socialista de Pedro Sánchez y, una vez más, como medio para acaparar el poder. Ya lo dijo Stanley G. Payne «el Frente Popular no fue un régimen democrático, sino un proceso revolucionario progresivamente más radical".

En la actualidad, explotan las políticas de género, el feminismo radical de cuarta ola y el guerracivilismo como discurso, para fomentar eso que ellos llaman justicia social. Sin embargo, en ningún caso optan por el bien común, sino por fraccionar a la sociedad, desde donde sacan siempre rédito político

Una de las estrategias más habituales de los socialistas, para sus fines políticos, es hacer uso de causas sociales o humanas como medio para alcanzar el poder. En tiempos de su fundación, fueron los obreros y las diferencias sociales que existían como estructura social. Hoy, en la actualidad, explotan las políticas de género, el feminismo radical de cuarta ola y el guerracivilismo como discurso, para fomentar eso que ellos llaman justicia social. Sin embargo, en ningún caso optan por el bien común, sino por fraccionar a la sociedad, desde donde sacan siempre rédito político. Por eso es importante para ellos «necesitamos crear más tensión», como confesó Rodríguez Zapatero a micro abierto sin que él lo supiera.

Otra característica que define al gobernante del PSOE, es su forma de actuación: legalista, no legal. Es decir, se aferran al cumplimiento literal de la ley, usándola como escudo para justificar sus actos. Lo hace sin buscar la justicia, sino el beneficio propio, violando el espíritu de la norma mientras aparenta cumplirla. Su máxima expresión se da con Pedro Sánchez, que ha colonizado directamente todos los estamentos del Estado, instituciones que deberían ser contrapoderes, tales como los tribunales, los medios de comunicación y los altos funcionarios públicos.

Pero entre Pedro Sánchez y la fundación del partido, hay otras figuras que no debemos pasar por alto y que capitanearon -en términos del presidente del gobierno- a España y su política.

Con Felipe González (1982-1996), España vivió importantes avances en infraestructuras, integración europea y consolidación democrática, pero también se sembraron las raíces de una cultura política marcada por la corrupción, el clientelismo y la impunidad. No podemos -ni debemos- olvidar a los GAL, dirigidos desde el Ministerio del Interior, que llevaron a cabo secuestros, torturas y asesinatos de presuntos miembros de ETA. Crímenes de Estado que implicaron a altos cargos del Gobierno, como a José Barrionuevo y al secretario de Estado Rafael Vera, ambos condenados. Delitos y pruebas que apuntaban a un tal señor X, que por conveniencia política todos callaron, aunque también todos sabíamos quién era…

En la etapa de Felipe González, no podemos -ni debemos- olvidar a los GAL, crímenes de Estado que implicaron a altos cargos del Gobierno, como a José Barrionuevo y al secretario de Estado Rafael Vera, ambos condenados. Delitos y pruebas que apuntaban a un tal señor X, que por conveniencia política todos callaron, aunque también todos sabíamos quién era…

A esto se suman otros escándalos como el caso Filesa, (red de financiación ilegal del partido); Ibercorp (con el gobernador del Banco de EspañaMariano Rubio metido hasta el fondo); el uso arbitrario de los fondos reservados. Como señaló el entonces fiscal Carlos Jiménez Villarejo, «el felipismo confundió el interés del partido con el interés del Estado, creando un sistema institucional corrupto».

El gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011) supuso un giro ideológico que aceleró el proceso de ingeniería social en España, amparado en una retórica de derechos civiles. De hecho, ha pasado a la historia como el presidente que dividió profundamente a la sociedad española bajo un lenguaje emocional, polarizante y maniqueo, con políticas que dinamitaron consensos culturales, jurídicos y antropológicos fundamentales.

Otra de las perversiones políticas de este infame presidente, fue la reforma del Estatuto de Cataluña —apoyada por el PSOE pese a sus inconstitucionalidades—, a la postre, el verdadero motor del secesionismo. A ello se sumó la nefasta gestión de la crisis económica de 2008, negada durante meses -¿recuerdan los brotes verdes?-, mientras el desempleo superaba los 4 millones. La improvisación, el despilfarro del Plan E y la falta de reformas estructurales arrastraron a España a una profunda recesión.

La llegada de Pedro Sánchez al poder en 2018, tras una moción de censura apoyada por separatistas y populistas -el frente popular 2.0-, marcó la nueva deriva institucional del PSOE. Y, de hecho, su gobierno ha estado caracterizado por el uso sistemático del poder para el beneficio partidista, así como del control del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), la fiscalía, los indultos a los golpistas, la ley del “solo sí es sí”, y la Ley de Memoria Democrática que reescribe la historia bajo el prisma ideológico del PSOE al dictado de Bildu.

El Gobierno de Sánchez es el seno de la corrupción más chusca: el caso Tito Berni; la compra de mascarillas; o el uso electoralista de los fondos europeos, y la cadena sin fin de los últimos casos de corrupción que nos desbordarían en este artículo. Pero, esa corrupción, siendo zafia, es inherente al ser humano, siempre la ha habido y siempre la habrá. Lo que es inadmisible es la corrupción de la razón y por consiguiente de la política. Lo último y lo más aborrecible, es la constitucionalidad de la amnistía, comprada por permanecer en el poder. No menos impresentables son los integrantes que votaron a favor en el Tribunal Constitucional, encabezados por el Conde Pumpido, y argumenten que «se puede hacer todo lo que la Constitución no prohíba».

El Gobierno de Sánchez es el seno de la corrupción más chusca: el caso Tito Berni; la compra de mascarillas; o el uso electoralista de los fondos europeos, y la cadena sin fin de los últimos casos de corrupción

La corrupción que rodea a Pedro Sánchez, no es solo algo personal. No podemos decir que sea un verdadero capo que todo lo controla, o sí, porque cuando los demás socialistas -políticos o votantes- se pliegan al descalabro legislativo e institucional que admiten desde 2018, convierten a Sánchez en el capo de todos los socialistas.

Próximo artículo: “Y del Partido Popular, qué”. 

Historia criminal del partido socialista (Actas), de Javier García Isac. Desde la II República, pasando por los escándalos de corrupción de los gobiernos de Felipe González, hasta el actual uso partidista de las instituciones del Estado bajo Pedro Sánchez, queda reflejado en este ensayo, con detalles que en ocasiones se escapan de la lupa de algunos periodistas e historiadores, quizá demasiado contemplativos.

El ocaso del estado del bienestar (Sekotia), de Ignacio Basco y José Ramón Riera. ¿Por qué será que los gobiernos de izquierdas han sido siempre el agujero negro de la economía española? Este ensayo es una joya para estudiosos que quieran comprobar quién ha sido mejor gestor como presidente de estado o comunidad. El estudio muestra que el estado del bienestar se hunde porque el gasto político y público se lo están devorando.

El PSOE en la historia de España (La Esfera de los Libros), de Pío Moa. Desde 1917, y con excepción del franquismo, el PSOE ha sido el partido más influyente en la historia de España, especialmente en la II República y desde 1982 en democracia. Pese a ello, su ideología y su más que dudosa trayectoria, siguen siendo poco conocidas, incluso entre sus militantes. Este libro de Pío Moa ofrece una visión rigurosa y clara sobre la compleja evolución del PSOE a lo largo de más de 140 años.