El Fondo Monetario Internacional quiere salvar a Grecia, es decir, quiere salvar a los especuladores que poseen deuda griega y a los irresponsables gobernantes griegos que han emitido deuda pública para mantenerse en el poder, a costa de comprar votos cautivos con subvenciones públicas.

En definitiva, vamos a evitar, con mucho esfuerzo, lo único que teníamos que haber hecho: dejar que Grecia quiebre, como debimos dejar que quebraran los grandes bancos de inversión de Wall Street en 2007 y 2008.  

Al mismo tiempo, Lorenzo Milá nos anima, desde la inefable televisión pública, a regocijarnos por el hecho de que España -¡Albricias y pan de Madagascar!- haya aumentado sus votos en el Banco Mundial. Como se sabe, los votos en el banco-fondo y en el fondo-banco -esto es, en el FMI y el Banco Mundial- se consiguen según el dinero aportado. ¡Menudo éxito de España!

Y mientras, Goldman Sachs, banco de inversión que ha aprovechado los muy legales movimientos financieros especulativos para entrar en el muy próximo, y muy ilegal, mundo de la estafa, cada vez más feliz.

¿Que esto lo va a solucionar la reforma financiera del presidente norteamericano, Barack Obama? Por favor, si Obama fue el primero en hacer el griego en Wall Street. El hombre de la Casa Blanca, salvó con dinero de todos los ciudadanos, el de hoy y el de mañana, a los especuladores de Wall Street. ¿Con qué fuerza moral va a poner coto a la especulación financiera que tanto favoreció, de la misma forma que ahora la Unión Europea está dispuesta a salvar con dinero de todos la especulación en Grecia?

En cualquier caso, la solución al problema a la deuda griega es que quiebre la deuda griega. Hablamos de la hermosa cultura de la quiebra, la que iguala a grandes y chicos, a ricos y pobres, la que fomenta el espíritu diligente, recorta las ambiciones, los delitos, recupera el sentido del riesgo, evita agravios comparativos -especialmente entre grandes y pequeños- y favorece la propiedad privada.

Así que, por una vez, y sin que sirva de precedente, los prepotentes alemanes tienen razón. El presidente del Bundesbank, y miembro del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo, Axel Weber, se apunta a quienes consideran que Grecia no debe recibir ni euro. No, no es la habitual soberbia alemana -por una vez- sino sentido común: la única forma de parar la especulación es que el especulador sepa que no iba a obtener beneficio de su buitresca actividad. Por cierto, ¿qué hace el dueño de Mango, Isak Andic, comprando bonos griegos como un buitre más de los mercados financieros internacionales?

Es cierto, que la Bolsa ha saludado con vítores el apoyo del FMI en la sesión del lunes 26. Pero es que la Bolsa son esos buitres: gente que aprovecha el dinero de los demás, público y privado, en su propio beneficio.

Por otra parte, la rentabilidad del bono español a 10 años -el importante- se sitúa por encima del 4%, mientras el alemán apenas supera el 3%.

No nos engañemos, tras Grecia, los especuladores preparan un ataque contra España. Con la demagogia de Zapatero, que ha conseguido un paro real que ya roza los 5 millones de desempleados y con un déficit público desbocado por la compra de votos, somos carne de cañón. Ahora bien, la respuesta es la de siempre, por muy dura que resulte: que el especulador sepa que no habrá ayudas a los Estados o bancos derrochones, por lo que él no podrá curarse.

Resumen: que quiebre Grecia, que dimitan los políticos demagogos, que quiebren los especuladores y se queden con un palmo de narices. ¿Y si le ocurre  a España? Pues exactamente lo mismo: no se ayuda ni a griegos ni a españoles; se ayuda a los buitres que negocian con la deuda griega o española. Es lo mejor que podemos hacer: por los griegos y por los españoles.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com