Sr. Director: 
Ayer leía un artículo en el que se comparaba al Presidente del Congreso del Estado Español con Tomás Moro, aquel que fue Gran Canciller de Inglaterra en tiempos de Enrique VIII.

Parece que tienen un comportamiento similar. Bono ha tenido que responder de nuevo a la insistente pregunta sobre su ambigua postura ante la reforma de la Ley del aborto promovida por su partido. Es conocido que José Bono se declara católico y que en el seno del PSOE forma parte de un grupo, que no corriente, que se autodenomina Cristianos Socialistas. Hasta aquí no habría ningún problema si asumiera libre y responsablemente las consecuencias de sus actos y se comportara de modo coherente.

Pero lejos de eso, el Presidente del Congreso prefiere resolver sus contratiempos arremetiendo contra el Magisterio de la Iglesia en materia de aborto, haciendo creer a la opinión pública que ésta es una materia discutible sobre la que no existe una doctrina firme y en la que existe división de opiniones.

Parecido al caso que tuvo que decidir Tomás Moro con el divorcio en el siglo XVI. La coherencia a Moro le costo no sólo el cargo, sino la vida. Parece que Bono no está dispuesto a jugarse nada.

Tal vez el premio, a diferencia de Moro, ya lo tiene en vida.

Pedro J. Piqueras Ibáñez

pjpiqueras@gmail.com