A pesar del nuevo "zurriagazo" que ha recibido la derecha francesa en la segunda vuelta de las elecciones regionales, lo cierto es que el presidente galo, Jacques Chirac, no se da por aludido. Es su partido, y sus aliados aproximadamente liberales, quienes deberán responder para el futuro, porque Chirac está en retirada. En otras palabras, el perdedor es Pierre Raffarin, su primer ministro.

Para Chirac, el objetivo es Europa, y para eso necesitaba algo tan simple como librarse de su colega (en cuanto que conservador) José María Aznar y sustituirle por su adversario (en tanto que izquierdista), pero aliado político, José Luis Rodríguez Zapatero. Y lo ha conseguido. España ha dejado de ser una rémora para aprobar una Constitución europea a la medida de Francia y Alemania, y con la oposición de España se ha borrado la de Italia y Polonia, por ejemplo. Y Chirac prefiere un socialdemócrata sumiso como Zapatero que un conservador respondón como Aznar.

Hoy, más que nunca, una izquierda española, secularmente afrancesada, le ha otorgado todo el poder, sin reclamar nada a cambio, a franceses y alemanes. Como acertadamente ha titulado el semanario Época: Los españoles "Volvemos a Segunda División".

De otra forma lo ha dicho el que fuera hombre fuerte del Banco de España, Luis María Linde, quien, en el libro marrón publicado por el Círculo de Empresarios, afirma que el año 2003 ha estado marcado por el incumplimiento, sin sanción, del Pacto de Estabilidad por parte de Francia y Alemania: "Clamoroso incumplimiento del Acuerdo del Consejo de Ámsterdam", que contaría con "el apoyo del canciller británico Brown". Para Linde, "la decisión del Ecofin de noviembre de 2003 quedará en los anales de la UE como una de las más contundentes confirmaciones de aquello que contestó Humpty Dumpty a la inocente pregunta de Alicia sobre si él podría hacer variar el significado de las palabras: la cuestión es saber quién manda, eso es todo".