Desde hace semanas, Pakistán afronta una delicada situación tras sufrir el peor monzón de su historia, y necesita ayuda urgente, aunque desgraciadamente ha protagonizado poco espacio en los medios de comunicación, como ocurre con otras catástrofes naturales y tragedias de diversos países. Ya van casi 1.500 muertos, las lluvias e inundaciones afectan a una sexta parte de la población y provocan una gran crisis humanitaria, agravando la situación de un país que ya sufría una fuerte crisis económica e inseguridad alimentaria.

La cifra de heridos supera ya las 6.000 personas y a los daños de casas (1,76 millones, de las que casi 600.000 han quedado destruidas), hospitales e infraestructuras (carreteras, vías férreas, puentes, sistemas de agua…), se suman las pérdidas de más dos millones de hectáreas de cultivos y de más de 900.000 cabezas de ganado. Además, está la proliferación de mosquitos que propagan diversas enfermedades (malaria, fiebre amarilla, dengue…) y también se están dando brotes de otras muchas (sarampión, poliovirus salvaje -poliomelitis-, tifus…).

Es el quinto país más poblado del mundo, con 220 millones de habitantes. De estos, 33 millones de personas se están viendo afectadas por las lluvias y las inundaciones, sobre todo, en las regiones sureñas de Sindh y Baluchistán; y 16 millones son niños, según ha advertido Unicef

 

 

Pakistán daños monzón

 

Pakistán forma parte del continente asiático y es el quinto país más poblado del mundo, con 220 millones de habitantes. De estos, 33 millones de personas se están viendo afectadas por las lluvias y las inundaciones, sobre todo, en las regiones sureñas de Sindh y Baluchistán; y 16 millones son niños, según ha advertido Unicef. Es cierto que la estación de los monzones en Pakistán, como en otros países, suele provocar fuertes lluvias, pero este año está siendo el más lluvioso desde que comenzaron los registros en 1961, según el Departamento de Meteorología, y a esto se añade el deshielo de los glaciares de las montañas del norte (en concreto de parte de la cordillera del Himalaya, provocando incluso el desbordamiento del río Indo, el mayor del país, convirtiendo una zona de la provincia de Sindh en un lago interior de 100 kilómetros de ancho. “Aunque entendemos que la nueva realidad del cambio climático significa más tiempo extremo, monzones, más olas de calor extremas como las que registramos a principios de este año, la escala de la actual inundación es de proporciones apocalípticas. Desde luego, esperamos que no sea una nueva realidad climática”, señaló el ministro de Relaciones Exteriores de Pakistán, Bilawal Bhutto Zardari, a la cadena de televisión CNN.

Un “monzón con esteroides”, así lo calificaron funcionarios de Naciones Unidas. El primer ministro de Pakistán, Shehbaz Sharif, se refirió a las inundaciones como las “peores de la historia” del país, subrayando que se necesitaba ayuda internacional para hacer frente a tanta devastación. Más de 6,4 millones de personas necesitan asistencia en las zonas inundadas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Una destrucción nunca vista y son los más pobres los que se llevan la peor parte”, ha señalado el cardenal Joseph Coutts, arzobispo emérito de Karachi.

El país ya tenía antes de esta catástrofe 27 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria y se veía afectado por una crisis económica agravada por los efectos indirectos de la pandemia del Covid-19 y de la guerra en Ucrania. A esto se ha sumado la disparada inflación, así como las fuertes lluvias e inundaciones

 

 

Inundaciones Pakistán

 

El país ya tenía antes de esta catástrofe 27 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria y se veía afectado por una crisis económica agravada por los efectos indirectos de la pandemia del Covid-19 y de la guerra en Ucrania. A esto se ha sumado la disparada inflación, así como las fuertes lluvias e inundaciones, y entre sus consecuencias hay casi el 45% de las tierras de cultivo anegadas, lo que supone una grave amenaza para la seguridad alimentaria. Todo ello en un país donde la agricultura y la ganadería son importantes, aportando el 22% del PIB, y clave para las comunidades locales como medio de subsistencia sobre todo mediante cultivos de arroz y trigo; y aunque a partir del año 2000, el sector servicios representa algo más del 54% del PIB (sobre todo, por la industria textil), la tasa de pobreza está en torno al 22% de la población. Ahora, tras las terribles inundaciones se avecinan meses difíciles con más hambre, enfermedades (infecciones gastrointestinales, cutáneas, oculares y respiratorias; malaria, sarampión…), pobreza y asumiendo grandes costes de reconstrucción.

Hasta ahora, han recibido 96 vuelos de ayuda humanitaria de varios países, así como de Unicef, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y el Programa Mundial de Alimentos de la ONU, e incluso del papa Francisco, que ha mandado 100.000 dólares a través de la Limosinería Apostólica. Los costes de los daños se estiman en unos 30.000 millones de dólares, según las primeras estimaciones, y la ONU ha hecho un llamamiento a la comunidad internacional para recaudar 160 millones. Desde Caritas Internationalis se ha lanzado un proyecto de respuesta rápida destinado a proporcionar a miles de hombres, mujeres y niños suficiente comida, agua potable, servicios de salud y acceso a suministros de higiene.

“Miles de familias están rodeadas por el agua y miles se han asentado al borde de la carretera en condiciones infrahumanas. No tienen comida ni agua potable, tampoco techo, letrinas e instalaciones sanitarias. Los niños son los que más sufren”, afirma Monseñor Shukardin

 

 

Inundaciones en Pakistán por el peor monzón de su historia

 

Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) contribuirá a las urgentes llamadas de apoyo de emergencia por parte de la Iglesia católica paquistaní con 200.000 euros destinados a paquetes de alimentos, subvenciones en efectivo, unidades sanitarias móviles, refugios temporales, mosquiteras, repelentes, etc. “El 90% del territorio de mi diócesis está inundado debido a las fuertes lluvias. Muchas iglesias, casas parroquiales y escuelas han sido dañadas por el agua”, ha referido Monseñor Samson Shukardin, obispo de Hyderabad. “Miles de familias están rodeadas por el agua y miles se han asentado al borde de la carretera en condiciones infrahumanas. No tienen comida ni agua potable, tampoco techo, letrinas e instalaciones sanitarias. Los niños son los que más sufren. La gente enferma por el consumo de agua contaminada y la plaga de mosquitos está propagando la malaria y diferentes enfermedades de la piel en las comunidades afectadas por las inundaciones”, ha explicado el obispo. “Muchas familias se han refugiado en las iglesias locales porque sus casas están anegadas con el agua de la lluvia, pero también lo están muchos de los templos; las aguas han causado daños en las iglesias y los centros comunitarios de la diócesis”, ha añadido.