Se llama Henna Virkkunen, finlandesa, y es, nada menos que vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea para la Soberanía Tecnológica, la Seguridad y la Democracia. ¡Toma ya!

Me explico: es una de esas vicepresidentas 'varios-mil', números dos creados por doña Ursula Von der Leyen para recalcar, por su desmesurado número y por la chifladura de competencias cruzadas de cada vicepresidencia... que ningún vice manda un colín y que todo el poder es para la nueva y grandiosa, aunque bajita de estatura, Ursula von der Leyen, quien con un organigrama tan complicadito detenta todo el poder.

Pues eso, que Europa, o sea, Úrsula ha acogido el modelo de Giorgia Meloni, quien a pesar de ser una fascista-reaccionaria de ultraderecha, probablemente violenta en la intimidad, se ha convertido en la única líder europea que ofrece soluciones a los problemas. Buenas o malas, pero, al menos hace propuestas, no como, por ejemplo, Sánchez que se quedará en las declaraciones de principios, no como Macron, que pretende unir a Europa de forma indisoluble, con la única condición de que Europa se hunda no bajo el mando francés, sino bajo el mando de Emmanuel Macron.

Lo que sorprende es que hasta hace apenas dos meses, estas medidas eran poco menos que fascismo: ahora son... 'valores europeos'

Total, que Europa ha decidido aprobar el muy fascista método de Meloni sobre inmigración: agilizar los retornos de los inmigrantes ilegales a través de centros radicados en el exterior. No me gusta, porque no deja de ser ingeniería social, pero al menos es una solución y por cierto, como cualquier otra siempre pendiente de que dependiente de que haya un país que les acoja, sea el suyo o un tercero.

Y con un peligro: que los países receptores se aprovechen, como ya lo hacen, de que Europa paga para que vuelva a acoger a ciudadanos, de que haya gente que ha cambiado de nombre y de identidad hasta 10 veces, personas que una y otra vez, son expulsadas del país y procesos en los que una y otra vez el presunto estado acogedor cobra al Estado expulsado.

Lo que sorprende es que hasta hace apenas dos meses, estas medidas eran poco menos que fascismo: ahora son... 'valores europeos'. Curioso.

Si quieren saber más, pregunten a la vicepresidenta Henna Virkkunen.