Hace unas semanas España, es decir, Pedro y José Pablo, decidían que nuestro país no participaría en el Festival de Eurovisión 2026 si Israel lo hace, entrando como quinto miembro de una lista de países que han confirmado su retirada del festival si el país hebreo participa, siguiendo a Países Bajos, Eslovenia, Islandia e Irlanda.

Para más bochorno, Macron, otrora íntimo de Sánchez, abandonaba a Pedro. France Télévisions, la televisión pública gala, confirmó que participará en el Festival de Eurovisión 2026. Días más tarde era Alemania la que hacía aumentar el ridículo de Sánchez y anunciaba que no solo no se retiraba, sino que si no dejaban participar a Israel, ellos tampoco lo harían. 

"Es un escándalo que se esté discutiendo siquiera", "Israel tiene que estar allí", defendió tajante el canciller Friedrich Merz, en una entrevista en la televisión germana.

La decisión de ambos países no era baladí, Francia y Alemania son dos de los miembros de los 'big five', los cinco países que más aportan económicamente a la UER. De este grupo, solo RTVE ha anunciado que se retirará de Eurovisión.

Y ahora es Austria la que desborda el ridículo de Sánchez: el país es la sede del festival, y el canciller de Austria, Christian Stocker, y su secretario de Estado, Alexander Pröll, están haciendo todo lo posible y han anunciado que renunciarán a convertirse en la sede del certamen musical si se excluye al país de Oriente Medio.

"Es inaceptable que nosotros, precisamente, prohibamos a un artista judío venir a Viena".