El presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB por sus siglas en inglés), el Arzobispo Timothy Broglio, y el presidente del Comité de Actividades Pro-Vida del Episcopado, el arzobispo Michael Burbidge han convocado una campaña de oración a nivel nacional ante el comienzo de la audiencia de la Corte Suprema de Estados Unidos, que comenzará la próxima semana y que decidirá sobre la venta de la píldora abortiva mifepristona.

Los obispos estadounidenses invitan "a los católicos a unirse en un esfuerzo enfocado de oración" por “el fin del aborto y la protección de las mujeres y los niños no nacidos", comenzando el 25 de marzo, aniversario de la encíclica de San Juan Pablo II Evangelium vitae, y que invocará la intercesión de San José bajo su título de “Defensor de la Vida”.

Y es que, en palabras de los obispos, dichas pastillas "son ahora la forma más común de aborto en Estados Unidos" porque al ser legal su envío y venta por correo se "ha permitido una industria nacional del aborto por correo y ha convertido a las farmacias locales en proveedores de abortos químicos". La decisión final de la Corte Suprema sobre este asunto, añadieron los obispos, "tiene el potencial de dar un impacto importante en la accesibilidad generalizada del aborto químico".

No es la primera vez que los obispos estadounidenses se pronuncian: hace unos días, publicaban un documento para mostrar sus preocupaciones sobre la aprobación y desregulación de la píldora abortiva química por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA): “Medicamentos potencialmente dañinos serán enviados directamente a niñas y mujeres que no hayan consultado a un profesional médico en persona, y podrían resultar heridas o muertas sin que se tenga conocimiento de la causa”. Mostrándose preocupados por los efectos de este medicamento en las mujeres, desde la pérdida de sangre, infecciones e incluso la muerte.

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Dicho documento y la invitación a la oración llegan en un momento muy oportuno. La asociación provida Alliance Defending Freedom (ADF) demandó en noviembre a la Administración de Medicamentos y Alimentos de los Estados Unidos (FDA) por haber autorizado el uso de la mifepristona y pidió una orden judicial inmediata para retirar el químico de la lista de medicamentos aprobados en EEUU

El uso de estas píldoras es el que provoca el denominado aborto farmacológico: consiste en tomar dos medicamentos en dos fechas distintas que, combinados, provocan la expulsión del contenido del útero. Primero se toma la Mifepristona, "fármaco que bloquea la producción de progesterona": bloquear su producción supone algo así como asfixiar al feto. Segundo se toma el Misoprostol, "que es el que provoca la expulsión de la gestación", este medicamento produce contracciones en el útero, es decir, se expulsa mediante un fuerte sangrado el bebé que previamente has asfixiado. Y claro, si se concluye que el medicamento es peligroso y no debe venderse, el aborto farmacológico se vería reducido drásticamente porque el segundo medicamento, el Misoprostol no es tan efectivo cuando se toma solo.

Desde la asociación defienden que la FDA se excedió en su autoridad al aprobar la Mifepristona mediante un proceso de revisión acelerado reservado a medicamentos para tratar "enfermedades graves o potencialmente mortales".

La decisión recayó en el juez federal de Texas, Matthew Kacsmaryk, nominado por el expresidente Trump, quien decidió retirar la autorización para comercializar la píldora abortiva mifepristona. El fallo no llegó a tener vigencia puesto que en el Gobierno el propio Joe Biden aseguró nada más conocerse el fallo que desde su Administración se recurriría la decisión de Kacsmaryk.

De ahí, el fallo pasó a la corte federal de apelaciones de Nueva Orleans que dictó que la píldora podía venderse pero con medidas más restrictivas. Así, para tener acceso a la misma se necesitan tres visitas al médico y se tiene que adquirir en las siete primeras semanas de embarazo, frente al plazo de diez semanas que se daba antes. Además, la Corte de Apelaciones consideró que la FDA incumplió la ley al permitir que el medicamento se pudiera recetar en consultas telemáticas y enviarse por correo.

Razón no le falta a sus señorías, ni a los obispos. Recordemos que con la toma de la píldora abortiva pueden darse peligrosas infecciones (sepsis) que suponen una emergencia médica que puede ser mortal y grandes pérdidas de sangre que requieren pasar por quirófano para salvar la vida de la mujer. De ahí, la restricción de semanas: a más días, el niño estará más formado y será mayor, por lo que costará más y resultará más peligroso expulsarlo en casa.  

El fallo también fue recurrido por la Administración Biden, por lo que la decisión definitiva pasa a estar en manos de la Corte Suprema de los Estados Unidos, mismo tribunal que anuló Roe v. Wade. 

La Corte Suprema ha confirmado que se pronunciará sobre el asunto y que lo hará en julio. Por lo que los obispos piden "a los católicos que ofrezcan esta oración diariamente, desde el 25 de marzo hasta junio, cuando se espera una decisión".