Y se confirmó la buena nueva. El Tribunal Supremo ha derogado la protección legal del aborto en Estados Unidos. Como ya ha venido contando Hispanidad tiempo atrás, el caso Dobbs contra Jackson Women's Health Organization iba a ser el pleito más relevante de la historia reciente de EEUU, y un momento clave para los derechos del no nacido, en el que se debatía la ley del Estado de Misisipi de 2018, que prohíbe el aborto después de las quince semanas de gestación, excepto en casos de emergencia médica o malformación fetal, y siendo la primera ley estatal en llegar al más Alto Tribunal, que cuestiona el precedente de Roe contra Wade, que supuso la despenalización del aborto en Estados Unidos en 1973 y su protección legal.

El fallo se ha adoptado con una mayoría de 6 a 3 en cuanto a respaldar la legalidad de la ley de Mississippi, y por mayoría de 5 a 4 en lo que se refiere a la derogación Roe contra Wade. Mientras que el tridente progresista conformado por Stephen Breyer, Sonia Sotomayor y Elena Kagan se ha mantenido inamovible en sus posturas abortistas, los cinco magistrados conservadores (Samuel Alito -ponente del fallo-, Clarence Thomas, Neil Gorsuch, Brett Kavanaugh y Amy Coney Barrett) han confirmado el fallo provida. El presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, históricamente conservador pero que en los últimos tiempos se había unido al sector progresista en algunos fallos en materia de familia y vida, de nuevo ha vuelto a demostrar su postura confusa en la materia. Por un lado, ha votado junto con los conservadores la defensa de la legalidad del Estado de Misisipi, pero al mismo tiempo se ha unido a los progresistas al posicionarse en contra de derogar Roe contra Wade. No es la primera vez que Roberts actúa así, como ya contó en Hispanidad, en 2020 Roberts votó en contra de una ley provida del Estado de Luisiana, cuando en 2016, al enjuiciar una ley provida de Texas prácticamente igual, había votado a favor de la misma.

Tras conocerse el fallo, cinco estados (Misuri, Luisiana, Dakota del Sur, Arkansas y Kentucky) han acordado la derogación del aborto, y se espera que en pocas semanas, más de una veintena de Estados sigan los mismos pasos, acordado la prohibición total del aborto o su notable restricción

La decisión del Tribunal pone fin a la protección legal del aborto en Estados Unidos que ha imperado durante casi cinco décadas, de tal manera que ahora cualquier estado puede prohibir el aborto de manera integral si así lo desea, al igual que sería posible la aprobación de una ley federal que permitiera su derogación a nivel nacional.

Como ha venido contando Hispanidad, la progresía mediática y sus aliados radicales callejeros han intentado todo para evitar este fallo, desde acosar a los magistrados en sus domicilios, amenazas de muerte a algunos jueces como Brett Kavanaugh, ataques a iglesias y grupos provida, pasando por la filtración previa del borrador del fallo para presionar a los miembros del tribunal, un hecho inédito en la historia de la Corte Suprema.

Nada más conocerse el fallo, todas las miradas de los conservadores se han dirigido hacia el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, el principal responsable de lo acontecido. A fin de cuentas, fue él, quien contra viento y marea, logró designar tres miembros para el Alto Tribunal durante su presidencia, que pusieron fin a la hegemonía progresista que durante décadas había dominado la Corte Suprema, permitiendo a los conservadores recuperar la mayoría en el tribunal, dando lugar a reiterados fallos favorables a la vida y a la familia. Trump ha ensalzado la sentencia: “Dios ha tomado la decisión”.

El fallo ha desatado la euforia en las filas republicanas. Así, al expresidente Trump, se ha unido el exvicepresidente estadounidense, Mike Pence, quien ha animado a los conservadores afirmando que “no deben descansar y no deben ceder hasta que la santidad de la vida sea consagrada en todos los estados de la nación”. El líder republicano en el Congreso, Kevin McCarthy, ha afirmado que “haremos todo lo posible para salvar tantas vidas como se pueda”.

Por su parte, la progresía estadounidense y mundial ha condenado la decisión de la Corte Suprema. El presidente estadounidense, Joe Biden, en comparecencia ante la nación, ha afirmado que es “un día triste para América” que “nos hace retroceder a hace 150 años”. Como siempre, siguiendo su línea de falta de respeto a la independencia judicial, no ha dudado en volver a cargar contra los magistrados del Tribunal Supremo, a los que semanas atrás ya había calificado como “radicales de Donald Trump” y ha pedido a los estadounidenses que voten en noviembre a candidatos demócratas para que el aborto pueda convertirse en ley a nivel federal.

Tras conocerse el fallo, cinco estados (Misuri, Luisiana, Dakota del Sur, Arkansas y Kentucky) han acordado la derogación del aborto, y se espera que en pocas semanas, más de una veintena de Estados sigan los mismos pasos, acordado la prohibición total del aborto o su notable restricción.

Una vez conocido el fin de la protección legal del aborto, el gran peligro que surge ahora es la violencia extrema de los grupos abortistas radicales. Nada más conocerse el fallo, han comenzado los altercados en muchas ciudades del país. En Nueva York, 25 radicales han sido detenidos por la policía. El grupo extremista abortista, Jane’s Revenge, que como ya denunció Hispanidad, había reivindicado como propios más de 50 de los actos violentos que se han dado en el último mes, y había llamado a la "Noche de la Ira" en caso de confirmarse el fallo contrario al aborto, ha dirigido ataques violentos contra centros provida en Carolina del Norte y Minesota

Se espera que se recrudezca la violencia de estos grupos fanáticos, con lo que la lucha por la vida pasa a estar en manos de los ciudadanos, que ahora más que nunca con su voto podrán decidir el devenir del derecho a la vida. En palabras especialmente reveladoras del senador republicano Ted Cruz: “Es un día trascendental, pero la batalla por la vida no finaliza con la decisión del caso Dobbs. Simplemente comienza un nuevo capítulo”.