Analizábamos ayer lunes el éxito de la primer ministro de Italia, Giorgia Meloni, con encuestas que, no sólo le dan un amplia victoria frente a un estancado PD, sino que supondrían mejorar los datos que obtuvo en las elecciones que la encumbraron a presidir el Consejo de Ministros en 2022. 

Pese a ser una ultra, fascista, admiradora de Mussolini, representante de la extrema derecha y ultraderechista, Meloni gusta y en la tarde de ayer lo volvió a demostrar, ganando los cinco referándums derogatorios en los que tenían que votar los italianos. 

La oposición llevó a la población a votar por cinco cuestiones, buscando anular total o parcialmente leyes en vigor. Meloni animó a los ciudadanos a no votar para que no se alcanzara la participación requerida y referéndums no se aprobaran, algo que ha conseguido haciendo gala de su poder y su popularidad. Así, el cierre de los colegios electorales que estuvieron abiertos todo el domingo y el lunes hasta las 15:00, la participación se situaba en torno al 30%, lejos de 50% de quórum requerido para validarlos. 

"El único objetivo de este referéndum era hacer caer al Gobierno de Meloni. Al final, sin embargo, fueron los italianos quienes os hicieron caer a vosotros", escribió Hermanos de Italia, el partido de Meloni: "Habéis perdido", sentenciaban. 

En la misma línea fue Matteo Salvini, viceprimer ministro y líder de la Lida: "Mucho respeto por quienes fueron a votar, una derrota aplastante para una izquierda que ya no tiene ideas ni credibilidad y que ni siquiera puede movilizar a sus propios votantes".

Cuatro de las cinco consultas se centraban en cuestiones laborales, intentando encarecer los despidos y complicando las contrataciones. El quinto era el más polémico, siendo una clara lanza contra Meloni: reducir de diez a cinco años el tiempo para obtener la residencia legal de un extranjero no comunitario que quiera solicitar la ciudadanía italiana, y, una vez obtenida, poder transmitirla a los hijos menores.