La verdad está en los memes
Insisto, la verdad está en las memes: observen la genialidad que corre por Internet, con el logo del borrego, muy apropiado.
Ahora estamos en la etapa de Ucrania. Tristísimo cierto, pero con una percepción mediática -me temo que ahora sí, mi querida profesión periodística se ha convertido en un siervo del Nuevo Orden Mundial (NOM)- que provoca un lavado de cerebro permanente. La mayoría de los europeos empiece a interponer excepciones al homicidio justificado. Por ejemplo, si la víctima fuera un ruso. Con esta aversión putinesca la nueva masonería, es decir, el Nuevo Orden Mundial (NOM), es decir, lo políticamente correcto, consigue manejar nuevamente a las masas. El siglo XXI, que camina ya hacia su primer cuarto, tiene por señas el pánico y la sumisión, una sociedad teledirigida y aborregada.
La táctica de Satán ha cambiado, Internet nació como un paraíso para la libertad. No era posible controlarla salvo por una situación límite de miedo, donde la WWW, en lugar de una salvaguardia del pensamiento crítico, siempre individual, se convirtiera, gracias al miedo a la muerte -la madre de todos los miedos- en una rebaño de ovejas asustadizo que repite las consignas que oye por la tele y amplifica la red.
El problema no son los problemas, el problema es nuestra falta de esperanza para afrontarlos. El problema somos nosotros
No estoy diciendo que Putin sea un buen muchacho. No lo es, y es el culpable primero de los que está ocurriendo, pero no es el culpable último. El lavado de cerebro NOM consiste también en eso: nos preocupa mucho lo que pasó ayer pero no lo que está pasando, ayer, hoy y previsiblemente mañana. Ejemplo: no por casualidad, que en las manifestaciones por la paz aparezca por todos lados la bandera arco iris del lobby gay.
En definitiva, ¿Putin se está comportando como una bestia? Sí, pero no por defender los principios que siempre ha defendido la civilización cristiana sino por imponerlos a sangre y fuego. Ha visto que Europa Occidental no sólo no es fiel a sus principios sino que, además Putin se ha dado de baja de Occidente: esa es la tragedia.
Dicho de otro modo: el problema no son los problemas, el problema es nuestra falta de esperanza para afrontarlos. El problema no es Putin, el problema es que Europa ha abandonado los principios cristianos que le convirtieron en maestro del mundo. El problema somos nosotros.
Ahora bien, es cierto que Putin piensa bien pero actúa fatal. Sus valores son los que siempre fueron valores occidentales, cristianos. Su problema es que piensa que puede imponerlos a la fuerza, en lugar de proponerlos con el ejemplo.