Ocurrió en una reunión de profesionales católicos con cierto obispo español, de cuyo nombre no quiero acordarme. Uno de ellos preguntó al ensotanado:

-Dígame, monseñor, ¿cómo ve a los obispos españoles?

Respuesta:

-Mis hermanos en el Episcopado son todos unos santos. Sólo veo dos problemillas: la carreritis y la cobardía.

¡Joé, con el mosén!, menos mal que sólo eran dos problemillas y menos mal que hablaba de santos.

Llegar a cardenal no puede ser la aspiración de ningún clérigo

Carreritis: algo ocurre cuando la jerarquía católica reproduce, como en un calco paralelo, el diagrama de las organizaciones civiles. Conferencias episcopales siguiendo el plano-guía del Estado-nación y organizaciones vaticanas y episcopales similares al de un conjunto de ministerios, segregados según especialidad.

Y claro, ocurre, por ejemplo, que muchos clérigos aspiran a ser cardenal, a pesar de que es un título históricamente honorífico que sólo debería adquirirse en el momento de la elección papal. Que la mayoría de católicos considere que ser cardenal es más importante que ser obispo, lo dice todo. Pues no, es justamente al revés: la jerarquía del Cuerpo Místico es muy simple: presbítero, obispo y Papa. Todo lo demás son aditamentos humanos.

Si un obispo es políticamente correcto no está cumpliendo con su deber pastoral

Lo de la cobardía es más grave. Nos hemos acostumbrado a obispos -lo dice uno de ellos, no yo- que instruyen según lo políticamente correcto. Y claro, el resultado es la confusión de la grey que ni sabe dónde está el rebaño ni mucho menos dónde está el pastor.

Pero no lo he dicho yo, que conste: lo ha dicho un obispo. Yo sólo soy, como diría José María García, "un notario de la actualidad".

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com