La violencia de género genera enorme malestar entre los animales: pobrecillos
Ya lo decía el viejo chiste castellano:
-María, que hoy hace 25 años que nos casamos. Digo que podíamos matar al gallo.
-Anda, ¿y qué culpa tiene el gallo?
El Senado se va a dedicar a reflexionar, muy profundamente, sobre el Bienestar Animal y, en concreto, ojo al dato, sobre la influencia de la violencia de género sobre el bienestar animal. Es decir, que Pepe y María se llevan mal y, al final, lo paga el pobre Toby.
Naturalmente, como se trata de violencia de género, de género exclusivamente masculino, la culpa de todo la tiene Pepe, no María.
Pero volvamos al animalismo. El bienestar animal constituye otra de las modas idiotas de la izquierda española sociopodemita -y la competencia es tremenda- a la par que el más cursi de todos sus objetivos.
En España se está poniendo de moda el bienestar animal, concepto un poco estúpido porque el animal existe para servir al hombre. Pero ya, relacionar la violencia de género con el bienestar animal...
Les cuento un caso real. Importante editora se separa de su pareja, isleño de Baleares. Desolada, llama a sus colaboradores para que interpongan una querella judicial contra el miserable de su ex, porque se ha llevado a "Cuchi", nada menos que a Cuchi: un perro lanas, escasamente respetado entre las razas serias de canes. Sin duda un delito de odio, porque lo hizo para privar a su dueña de aquello que más amaba.
Un ejecutivo les convenció de que había una solución más sencilla: envió a dos de sus repartidores más fornidos, quienes se presentaron en casa del alegre divorciado y le solicitaron, amablemente, que les devolviera el perrito. Y así, nuestra editora pudo abrazar de nuevo a su ser más querido, Cuchi.
Palabra que no me invento nada. Y las consecuencias no son menudas. El cursi de Pablo Iglesias ya se lanza a terminar con la Fiesta Nacional, directamente eliminarla, aniquilarla, etc. Cargarse la Fiesta Nacional, no sólo porque odien a la nación sino porque, además, son unos horteras de bolera, que no defienden al animal -¿verdad que comen vaca, pollo o cerdo?- sino la visión de la muerte. Si le falta visibilidad -concepto esencial en la cosmovisión progresista- y le dan el animal troceadito, no hacen ascos.
Los progres de izquierda son incapaces de valorar a un hombre que se enfrenta a una fiera con un trozo de trapo, la belleza del toro y del toreo o el hecho de que cultura es aquello que crea un lenguaje. Y la fiesta ha creado uno de los lenguajes más preciosísimos que ha sido capaz de idear la humanidad, sin duda una jerga literaria.
Pablo: ¿no nos estamos volviendo un poco blanditos con esto del bienestar animal?