No olvidemos que el fiscal general del Estado ha caído, sobre todo, por el testimonio de dos fiscales: la de Madrid, que le preguntó a García Ortiz si el autor de la filtración perpetrada para perjudicar a Isabel Díaz Ayuso, era él, y el aludido dio una respuesta tan evasiva, que resultó tan contundente como un sí. El otro fiscal que ha puesto a su jefe en el disparadero, ha sido el que llevaba el caso, al que en pleno partido de fútbol de la Champion llamaron insistentemente porque el fiscal general del Estado estaba muy interesado en el caso.
Es decir, que a Álvaro García Ortiz no se le condenó por revelación de secretos, se le condenó por haber colaborado en una campaña de desprestigio contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, esa misma que constituye la obsesión de Pedro Sánchez.
Sin embargo, mira por dónde, quien le sucede en el cargo, Teresa Peramato, ha utilizado su primer discurso para hablar de la admiración y respeto que siente a su antecesor quien, a pesar de su inhabilitación aprovechó para darse un homenaje.
Con sus palabras, Peramato está desautorizando al Tribunal Supremo
Una feminista sucede a un socialista en la Fiscalía. La muy progre Peramato, especialista en violencia de género, olvida que fue el testimonio de los fiscales quien decapitó a García Ortiz.
Con sus palabras, Peramato está desautorizando al Tribunal Supremo. Pero eso, ¿qué mas le da?











