Agradezco, a Benedicto XVI, la Vigilia por la vida naciente que ha celebrado en Roma la tarde del 27 de noviembre, en las Víspera del Primer Domingo de Adviento.
Para mí y para tantas personas comprometidas en la defensa de la vida humana, ha sido un gozo grande que la iniciativa del Papa haya sido secundada por toda la Iglesia Católica y se hayan celebrado, esa misma tarde, vigilias por la misma intención en las diócesis del mundo entero (en Italia, en España y en Portugal, en Polonia y en Irlanda, en Estados Unidos y en América Latina, etc.).
En algunas diócesis españolas, la vigilia se ha celebrado no sólo en la catedral, sino también en todas las parroquias, con Eucaristía, el Rosario y la adoración al Santísimo. Era necesario y esperado, pues, como se preguntaba el Arzobispo de Valladolid en su preciosa Homilía de la Vigilia, ¿qué habrá pasado, desde los años sesenta, para que se dé una aceptación social del aborto e incluso se haya pasado de la despenalización en unos presupuestos, al intento de considerarlo un derecho?. Con todo, está a la vista que la sociedad ha comenzado a despertar. Lleva razón Monseñor Blázquez: Privar a un ser humano del derecho fundamental a nacer, es un abuso gravísimo que no puede convertirse en absoluto en un derecho, porque en el mismo momento de la concepción se está gestando a alguien en el seno materno, que no debe convertirse en tumba.
Josefa Romo Garlito