En el primer caso, quedaría como presidente a plazo fijo Alfredo Sáenz; en el segundo, el consejero delegado sería Antonio Horta.
La presidenta de Banesto, Ana Patricia Botín, se ha cansado de esperar. Con los 50 años cumplidos, considera que es el momento de suceder a su padre, Emilio Botín y de nombrar consejero delegado a Antonio Horta.
No es la idea de Botín, que nunca ha pensado en jubilarse. Sin embargo, dos cuestiones: primero su propia salud que le llevó a ingresar en un hospital cántabro el pasado verano. Segundo, la ya próxima sentencia del caso Olavarría Delclaux, que pesa sobre Alfredo Sáenz y otros antiguos ejecutivos de Banesto. La Audiencia Provincial de Barcelona le condenó a seis meses de cárcel y ahora el caso ha entrado en la recta final en el Tribunal Supremo. Si se confirma la sentencia tendría que dimitir, con la dificultad añadida de que el mercado no aceptaría a un padre como presidente y su hija como consejera delegada. Hablamos del cuarto banco del mundo.
Si, por el contrario, fuera Botín quien se retirara, lo previsto, que no contradice el protocolo familiar del Familiar de los Botín, sería que Alfredo Sáenz ascendiera a la Presidencia a plazo fijo con Ana Patricia Botín como consejera delegada, algo que no es muy del agrado de la actual presidenta de Banesto.
Si hablamos de la salida forzada de Sáenz, la sentencia del caso Olavarría debería estar firmada antes de Navidad y, en cualquier caso, Ana Patricia considera que ya ha demostrado su valía para liderar el Grupo. De hecho, sus más próximos, que no trabajan en Banesto, aseguran que Ana Patricia ya ha dado una fecha para aclarar el relevo: el 30 de junio de 2011.
Eulogio López
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