La vuelta al cole del presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, está resultando movidita. Los datos que ha presentado el Instituto Nacional de Estadística (INE) han sido un jarro de agua fría. ¿El consuelo? Que Alemania lo ha hecho peor y mientras España ha crecido un 0,2% en su PIB durante el segundo trimestre del año, el país teutón sólo lo ha hecho en un 0,1%. Lo de España, por desgracia, era previsible, pero no lo de Alemania ya que casi todos los analistas aventuraban un crecimiento del 0,5%. Lo que está claro es que, con estas cifras, España no va a generar empleo este año -recordemos que la economía debe aumentar un 2% ó un 2,5% para crear empleo-, y que no van a alcanzar las previsiones de crecimiento para 2011, que se cifraban en torno al 1,3%. Sólo un crecimiento fuerte durante el tercer trimestre, impulsado por los meses de verano y el turismo, podrían salvar la situación.
Y es que el consumo interno no sólo no crece, sino que está deprimido y no sabe a qué psicólogo acudir. Desde el Gobierno se hablaba del comercio exterior como nuevo motor de la economía española y el consumo interno simplemente se trataba de cuidar para que no muriera. Y aunque es cierto que las empresas españolas están buscando oxígeno en las exportaciones, los españoles no consumen porque no pueden.
No es extrañar. Desde todos los cargos políticos se habla de moderación salarial y ya lo han pedido Elena Salgado, Alfredo Rubalcaba, José Blanco -el PP no dice, simplemente calla-, pero está claro que, como haya más moderación salarial, no repuntará jamás el consumo. Y las exportaciones, más que ser el nuevo motor que tire de la locomotora, son el motor de emergencia que permite que la economía española no llegue al colapso.
Hasta ahora todos se preocupaban por el déficit y la deuda, ahora parece que los mercados se preocupan por lo que de verdad importa, que no es la deuda, sino el PIB. Por eso mismo, este martes se han hundido las Bolsas. Las noticias del escaso crecimiento español y alemán han frenado los parqués y ponen más oscuridad al panorama futuro. Todos los gobiernos -con el italiano a la cabeza- se preocupan por ajustar -lo que por otro lado es necesario-, pero nadie pone los medios para crecer.
Y en este clima de inquietud, Angela Merkel aprovecha para instaurar el IV Reich en Europa: quiere controlar la política económica de todo el euro... en beneficio de las empresas y la banca alemanas. La canciller alemana quiere crear un Ministerio de economía a nivel europeo, y tengan por seguro que quien gobierne ese Ministerio será algún alemán, que son los que saben lo que hay que hacer. Y claro está, las teorías que se sigan serán las impuestas por Berlín, por lo que no sé si eso de verdad interesa al resto de países socios. Y es que desde Alemania, tras conseguir una moneda única, se pide una fiscalidad única pero una homologación de salarios, y la igualdad de los desiguales es otra desigualdad. Si se iguala la fiscalidad, ¿por qué no se hace también con los salarios, donde Alemania, por ejemplo, casi dobla a la española? ¿Por qué no se igualan los salarios mínimos donde los gobiernos pueden hacer mucho, ya que éste indicia el resto de salarios?
Juan María Piñero
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