Sr. Director:
Estoy en desacuerdo con su artículo La expansión islámica: ¿podemos fiarnos de El Baradei?.

 

Fiar a Israel la defensa de lo que se llama Occidente no es coherente. No hay que confundir Occidente con los intereses de Israel, ya que éste trata de embaucar a Occidente con la copla de que forma parte de él. Pero Israel representa a una cultura, la hebrea, de la misma matriz que la islámica.

Son las dos -judía e islámica- dos culturas surgidas de las religiones del desierto, como se las conoce, y muy poco tienen que ver con Europa en particular y Occidente en general.

Los problemas que se traen entre ellos los israelíes y los musulmanes, a nosotros, como europeos, no nos conciernen. Son disputas derivadas de dos culturas que se basan en dos religiones de fanatismo notable: Islam y Judaísmo. Han demostrado sobradamente sus eternas luchas inacabables pivotadas no sólo en reivindicaciones territoriales, sino en aspectos religiosos. Parten de la misma matriz, y por eso son tan contendientes. Allá ellos con sus rivalidades de hijos de la misma placenta religioso-cultural, la del desierto.

Nosotros, los europeos, de lo que deberíamos preocuparnos es de recomponer nuestras tradiciones y religión, de acendrar y recuperar nuestra identidad, y de restringir al máximo la inmigración procedente de países musulmanes, repatriando al máximo número de musulmanes a sus países de origen.

Esa es nuestra clave de salvación, y no fiarnos a un país que es de una cultura nada occidental y sí muy parecida a la islámica.

Si estamos en contra de la islamización, no nos podemos echar en brazos de una cultura que es hermana del Islam: la judaica.

Arriaca Villaescusa