Con el siglo XXI bien entrado, en mi modesta opinión, los nacionalismos cada vez tienen menos sentido, incluso el nacionalismo propiamente español, pues la gente, el común de los ciudadanos, se mueve hoy día con excesiva facilidad.
Hay miles de matrimonios mixtos entre hombres y mujeres de diferentes países, hay miles de personas que están transitando de un país a otro dentro de la Unión Europea (UE) por razones de trabajo y las empresas de la Unión Europea pueden comerciar y buscar negocios sin mayores trabas burocráticas.
Es como si España quisiera ahora volver a independizarse de Europa, dentro de la Unión a la que permanece adscrita, una unión supranacional que integrará en pocos años a una treintena de países, la UE, un club al que quieren adherirse otras mini-naciones, como Croacia, Albania, Macedonia, Kosovo... y pongamos por caso que, con la independencia automáticamente Cataluña queda fuera, no tiene sentido querer volver a entrar con las mismas exigencias que los demás y encontrarse con un veto que no lo permitiría, o sea, sería como un viaje hacia atrás en el tiempo para volver al mismo sitio, para volver a comerciar sin limitaciones, después de muchos años, con lo que ya comercia en España y demás países que conforman la Unión Europea.
Francamente, no le veo sentido sino es por cabezonería.
José Morales Martín