Es más, lo que hay que hacer no es bajar los salarios de los funcionarios sino reducir su número, especialmente en las administraciones autonómica y local, especialísimamente en las primeras.
Insisto, parece algo ridículo castigar a funcionarios, abuelos y padres para ahorrar 15.000 millones de euros y poner 90.000 millones a disposición de los malos banqueros. Cuando, además, no existen tantos malos bancos, cajas de ahorros y cooperativas de crédito, sino una obsesión por crear bancos más grandes que continúen especulando con el dinero privado y la deuda pública.
Dicho esto, todos sabemos que hace tiempo que los sindicatos no representan a nadie, salvo a funcionarios públicos y privados, entendiendo por esto a los funcionarios de las grandes empresas. Los jóvenes, los autónomos, los emprendedores, no quieren saber nada con unas maquinarias sindicales paniaguadas por el erario público y que cada día representan menos a los trabajadores -quizás porque, afortunadamente, cada día hay menos proletarios- y cada día se parecen más a los partidos políticos. La cosa acabará cuando CCOO y UGT se financien por sí solas. Ya han vertebrado la democracia todo lo que tenían que vertebrarla. Ahora ya pueden convertirse en partidos y acudir a las urnas. A las urnas de verdad, no a la farsa de las elecciones sindicales. Pero en su insistencia de que sobra la llamada reforma financiera, de que no hay que gastarse el dinero de todos en favorecer la especulación, en eso, el señor Méndez tiene toda la razón. Y la verdad es que sólo dice él y la prensa independiente de Internet.
Y pese a todos los paniaguados que en el mundo han sido les deseo un día muy alegre.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com