El comienzo de esta primavera coincide con el quingentésimo aniversario del descubrimiento de La Florida, que no deja de ser uno de los estados clave de los muy poderosos USA.

Al parecer, ni el Gobierno español ni la Casa Real tiene un interés especial en organizar, o al menos potenciar, los susodichos 500 años, desde el día en que a nuestro compatriota, Juan Ponce de León, le dio por aparecer por aquellos predios salvajes para evangelizar a los indígenas. Sí, tal es el orgullo de la Corona Española y del pueblo español de los siglos XV, XVI y aún el XVII: la evangelización de los indígenas, que no su exterminación y sustitución por el conquistador blanco, que fue, mismamente, lo que hicieron, por ejemplo, los británicos.

Un proceso colonizador mucho más eficiente, sin duda: en lugar de ayudar a progresar a los indígenas, en lugar de civilizarlos, prefirieron suplantar, previo trámite de la exterminación, e instalarse en sus tierras. Ellos, que ya estaban civilizados aunque no fueran muy cívicos.

Y resulta que al fin, el Gobierno ha reaccionado, eso sí, sin alharacas... que era lo que se merecía tan sonoro cumpleaños. La Corona va incluso por detrás del Gobierno, Ciertamente, tenemos a SM el Rey de España "en el taller", pero cabría esperar algo más del Príncipe heredero o de la solvente Reina de España, doña Sofía. Como también cabría esperar algo más de la Administración norteamericana. Pero el señor Barack Obama, no nos engañemos, sólo se acuerda de los hispanos en campaña electoral.

Todo el sur de la primera potencia del mundo fue español, desde Florida a California. No por casualidad, ciudades como San Diego, Sacramento, San Francisco, Los Ángeles, etc., llevan nombre español y católico. La huella de España es indeleble, y los nuevos hispanos-norteamericanos, casi la cuarta parte de la población, vuelven a conquistar los Estados Unidos, esta vez desde abajo. Y con un poco de suerte, se repetirá el mismo mestizaje de la colonización española, uniendo las virtudes del mundo anglosajón y la del mundo ibérico, que no dejan de ser complementarios y que, al igual que ocurre con los sexos, con el hombre y la mujer, son virtudes tan incompatibles como complementarias. En plata: que de la fusión anglo-hispana se puede salir hacia la gloria o hacia el desastre. No caben términos medios.

Ahora bien, en España vivimos aún con el complejo de inferioridad de 1998, fecha lúgubre en que España pasó de país católico y emprendedor a país cainita y tristón. Y así, seguimos arrastrando unos complejos, tan ruines como ruinosos, sobre nuestra mayor gesta histórica, complejos que nos llevan a escondernos... para derramar todos nuestros esfuerzos en sacudir al vecino con una tranca o con un pluma.

Y claro, así no hay manera de celebrar otra cosa que funerales, o bien nos sorprende el quingentésimo aniversario de La Florida hablando de Corinna (en la imagen) o de un tal Bárcenas (¡Qué tío más pelma!).

Pero no sean fatalistas: esto tiene arreglo. Sólo hay que mirar fuera de nosotros mismos, con el mismo ideal de servicio, a Dios y a los hombres, de nuestros tatarabuelos.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com