Con el 100% de las actas escrutadas, el católico Felipe Calderón (35,88% de los votos) se impone al populista Andrés Manuel López Obrador (35,31%) por un estrecho margen del 0,57%. Los mercados respiran tranquilos; las empresas españolas, también. López Obrador probablemente impugne el resultado. Calderón deberá de trabajarse al PRI para lograr apoyos parlamentarios que permitan impulsar las reformas estructurales

Lo decía recientemente el escritor mexicano, Carlos Fuentes, en una entrevista concedida a la prensa mexicana: El Calderón católico ganó por la Virgen de Guadalupe; el catolicismo fue un factor increíblemente importante para impulsar a Calderón. No lo afirmaba con alegría, porque, como es sabido, Fuentes es ateo y apostaba por el triunfo de López Obrador. Pero reconocía que el populista López Obrador no fue capaz de arrancar los votos de las clases populares mexicanas debido a la apuesta católica de Calderón. Su victoria es un triunfo de la Virgen de Guadalupe, santa patrona de México. Ella es la única realidad verdadera en México. Ella es todo en lo que la gente realmente cree, señalaba Fuentes. No está mal para ser un ateo.

¿Por qué el resultado ha llegado a darse la vuelta? López Obrador exigió que el tercer recuento de las actas comenzara cuando habían llegado las casillas de los estados donde salía vencedor su partido. De esta forma, podría salir ganador durante un tiempo y aprovechar la oportunidad para sacar a su gente a la calle proclamando su victoria. La fotografía sería consumida por todo el mundo y de esta forma tendría la excusa perfecta para impugnar unas elecciones que finalmente no le otorgaron el triunfo.

Pero la operación no terminó de salir bien. Apenas 400 personas acudieron a la residencia presidencial de Los Pinos a proclamar su victoria. Obrador se quedó sólo. El PRI avaló la actuación del Instituto Federal Electoral (el equivalente a la española Junta Electoral Central). Un apoyo que se sumó al de los observadores internacionales. Definitivamente no había mucho que hacer. Aún así, es bastante previsible que AMLO no acepte la derrota y opte por sacar a la gente a la calle, siguiendo su tradicional estilo político.

Aunque algunos analistas señalan que eso sería su suicidio político de cara a sus eventuales posibilidades dentro de seis años, la mayoría piensa que no tiene nada que perder. El PRD no le perdonará la derrota y le exigirá que se retire a su casa. Estando en el doble o nada, Obrador se tirará por romper la baraja, negar el fracaso e impugnar las elecciones, lo que alargará la incertidumbre algo más.

Sin embargo, previsiblemente no serán sino los últimos coletazos de un muerto político viviente. Tras el triunfo de Calderón, quedan varias incógnitas. ¿Será capaz de mantener su proyecto católico en un partido con dejes centro-reformistas? Parece que sí, porque su campaña ha sido muy comprometida en temas como el aborto o el uso del preservativo para combatir el SIDA. Además, la administración Bush del vecino del norte ayudará a mantener lo esencial.

La segunda incógnita es cómo conseguirá Calderón sacar adelante las reformas estructurales que necesita el país: energía y fiscalidad principalmente. México sigue siendo un país seriamente intervenido en materia energética y un paraíso fiscal que impide tener financiación suficiente para afrontar grandes proyectos sociales. Fox no consiguió sacar adelante ninguna de las grandes reformas estructurales debido a su precariedad parlamentaria y el torpedeo sistemático del PRI y del PRD.

Pero ahora los escenarios han cambiado. El PAN ha mejora sustancialmente su representación parlamentaria, el PRI ha pasado a convertirse en la tercera fuerza política con seria amenaza de división interna y disolución. Ambos factores apuntan a que la relación parlamentaria será mucho más fácil con un debilitado PRI. Esperemos que los peajes exigidos no resulten excesivamente caros.

Desde el punto de vista económico, la victoria de Calderón supone todo un respiro. Los mercados habían acusado en las últimas jornadas la posible victoria de López Obrador. Las empresas españolas también mantenían su recelo a un eventual triunfo populista. El riesgo populista en México está muy vinculado a López Obrador, señalaba recientemente el director del Instituto de Estudios Económicos, Juan Iranzo.

Pasado el riesgo, las empresas españolas respiran mejor. Especialmente el BBVA. Su filial Bancomer reportaba a la matriz tantos beneficios como la operativa en el mercado español. Todo un chollo que López Obrador podía recortar con amenazas nacionalizadoras. AMLO ha recordado durante toda la campaña electoral que los bancos hicieron grandes fortunas con el rescate financiero del Estado tras la crisis financiera de 1994, el conocido tequilazo.

El resto de compañías españolas en el país Iberdrola, Unión Fenosa y Telefónica, principalmente- también se muestran más tranquilas en la mañana de este jueves al confirmarse que el riesgo regulatorio queda más lejano. Una buena noticia para las empresas, pero también para los ciudadanos mexicanos. Porque como señala Iranzo, Morales gobierna contra los bolivianos al quebrar una seguridad jurídica que ahuyenta al capital extranjero.