Contaré el caso del hijo de un buen amigo mío, que por ilustrativo y esclarecedor resume la situación económica española en los últimos tiempos.
A este joven siempre le ha sonreído, no sin esfuerzo, el triunfo. Al terminar, con un brillante expediente sus estudios universitarios, su padre le animó a opositar a una plaza de funcionario del Estado. El visionario joven rechazó esta posibilidad de plano pues argumentaba que no le veía porvenir. A cambio creó una pequeña empresa dedicada a confeccionar nóminas, principalmente en el mundo de la construcción.
Durante algún tiempo creció desaforadamente, con el consiguiente beneficio económico. Aún en la cresta de la ola se le presentó la ocasión de vender la empresa a un precio desorbitado, y sin dudarlo lo hizo embolsándose una respetabilísima cantidad.
Con una pequeña parte de las ganancias obtenidas adquirió una modesta imprenta, especializándose en imprimir exclusivamente un tipo de cartel. Ni que decir tiene que el negocio le va maravillosamente, pues la demanda de su producto hace que la imprenta tenga tres turnos. Es conveniente describir someramente el tipo de cartel: es de color amarillo chillón y sobre este fondo sólo dos letras: "se vende".
Manuel Villena Lázaro