En cualquier caso, en la sede central en Madrid, los inspectores recurrieron al paseíllo como forma de protesta. Es decir, que la mayoría de sus 20 miembros pasaron por delante del director general de Inspección del Banco de España, Pedro Pablo Villasante, para que quedara patente su malestar. Lo cual es peligroso, porque menuda mala uva se gasta Villasante, pero se trataba de una protesta en toda regla.
Las malas lenguas, también dicen que los inspectores son sinceros en su malestar por la política de fichaje y promoción, porque lo que más les fastidia es lo que llaman la mamparización. Es decir, el Banco de España, para ganar espacio, decidió tirar tabiques y cambiarlos por mamparas. Se ganaba espacio, sí, pero se perdía intimidad. Y comprenderán ustedes, que los inspectores necesitan mucha intimidad. Además, trabajan en el marmóreo caserón de Alcalá. Un lugar donde una mampara resulta algo inconcebible, un insulto ala estética.