Los apoyos ciudadanos a la petición al Rey para que no sancione con su firma la nueva Ley del Aborto han llegado ya a la cifra de 50.000. Un éxito rotundo avalado también por numerosas personalidades como Francisco José Alcaraz, Pío Moa, Eduardo Hertfelder, Francisco Caja, Rafael Llorente Martín o Mercedes Salisachs, que han querido adherirse de forma pública a esta campaña. Las previsiones que manejaba Religionenlibertad.com se han visto superadas ampliamente por la acogida ciudadana sin precedentes de la primera iniciativa en España que apela directamente a Su Majestad el Rey.
Alejandro Campoy, portavoz de la campaña, solicita no obstante seguir apoyándola para intentar impedir, por todos los medios, que entre en vigor la nueva Ley del Aborto que se encuentra en estos momentos en trámite parlamentario: "Aunque estamos positivamente sorprendidos por haber conseguido tan rápido 50.000 apoyos, es necesario seguir aunando peticiones para que, llegado el momento, Juan Carlos I compruebe de primera mano que hay cientos de miles de ciudadanos que no desean que sancione con su firma una Ley a todas luces injusta". Por ello, Campoy insta a todos los que ya han apoyado esta campaña que la hagan llegar la web de www.majestadnofirme.com a todos sus contactos para multiplicar su efecto e importancia.
Un nutrido grupo de teólogos considera que el monarca no debería firmar.
Quien fuera durante muchos años catedrático de la Universidad Pontificia de Salamanca -quizás el teólogo de mayor relevancia de los que hoy se encuentran en España- y miembro de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Olegario González de Cardedal considera que «el Rey, como cualquier ciudadano, es sujeto de todos los derechos y libertades constitucionales. Su conciencia le permite entonces objetar y negarse a firmar una ley que se establece contra esos mismos derechos fundamentales».
De la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, José María Pardo, profesor de Teología Moral asegura que «en mí opinión ratificar una ley es dar su asentimiento y respaldo. Debería objetar».
Luis Joaquín Gómez Jaubert, defensor del vínculo de la diócesis de Tenerife, refuerza y mantiene la línea argumental de los otros especialistas consultados por ReL: «La ley civil no debería ejercer su efecto más que sobre acciones moralmente buenas en conformidad con la Ley Natural. Si los actos reconocidos son inmorales, la ley es injusta. Desobedecerla es legítimo, pero atendiendo a la gravedad del asunto cual es el aborto la desobediencia se convierte en obligatoria. En conciencia cualquier católico, rey o súbdito, está obligado a poner todos los obstáculos posibles a la aprobación de dicha ley».
Igual de firme se manifiesta el jesuita padre Jorge Loring, para el que no hay la menor duda de que «el Rey Juan Carlos no debería jamás ratificar la ley del aborto, una ley que atenta no sólo contra la moral, sino contra los propios derechos humanos defendidos y garantizados por la Constitución. Debería seguir el ejemplo de Balduino de Bélgica».
El teólogo y colaborador de Religionenlibertad.com, Alfonso García Nuño, ex profesor en la Universidad Católica de Ávila corrobora esta apreciación: «Por muy irresponsable que sea el Rey ante los tribunales, Juan Carlos de Borbón, el hombre, es un sujeto moral y, como tal, sus actos son morales. A esto no hace excepción ni la sanción ni la promulgación de una ley» asevera García Nuño.
Juan José Valero Álvarez, director del Instituto Teológico Monte Corbán y rector del Seminario Diocesano de Santander, considera que «el Rey no puede en conciencia firmar la Ley del Aborto, pues esta es contraria a toda moral y a los límites del derecho natural».