Hasta el infinito y más allá. Josep Oliu no piensa dejar la Presidencia del Sabadell a pesar de que finaliza el actual mandato en 2023
Los resultados de Banco Sabadell no le han dado una alegría bursátil, sino sufrimiento, pues la acción se ha derrumbado un 9%, tras no lograr un cambio de opinión en los analistas. Pero ojo, porque según el presidente de la entidad, Josep Oliu, el escándalo FG-Villarejo puede perjudicar a la reputación bancaria.
“La opinión pública siempre piensa que los bancos son todos iguales”, ha afirmado, distanciándose del silencio que han guardado sobre el tema muchos de sus colegas. Y no hay que olvidar que hoy, el principal problema de la banca es la imagen. Oliu ha alabado la gestión de FG antes y durante la crisis económica, aunque no ha entrado en qué es lo que debe hacer BBVA para resolver la situación, espera que sea pronto: “No me compete, pero espero que tomen las medidas que tengan que tomar, si tienen que hacerlo, y en el momento en que tengan que tomarlas”.
El mercado no está para fusiones bancarias, pero tampoco Banco Sabadell
Respecto a posibles fusiones bancarias, el presidente de Banco Sabadell ha subrayado que “no hay ninguna fusión a la vista”, insistiendo en que “el mercado no está para fusiones”. En su caso concreto, no contemplan ninguna operación no orgánica: “estamos centrados en mirar adentro y conseguir los objetivos del Plan Estratégico 2018-2020.
También le han preguntado por la posibilidad de ser objeto de una OPA: Sabadell “está muy barato, pero todos están bastante baratos”, ha señalado Oliu. Claro que fue el banco que más perdió en bolsa en 2018 y este viernes, la acción no ha celebrado los resultados (el descenso inicial del 5% ha llegado al 10% a media sesión y al final, ha sido del 9%). Pero el presidente de la entidad no ha dado demasiada importancia al tema porque a pesar de que hay un factor propio (el TSB), "el precio del sector bancario en general ha bajado por factores exógenos": la incertidumbre por el proteccionismo y las menores perspectivas de crecimiento global, así como la ralentización de las expectativas de una subida de tipos en EEUU y Europa, o el Brexit.
El cambio de sede no está sobre la mesa, pero no es tan difícil como dice Oliu
Oliu ha señalado que el cambio de sede “no está sobre la mesa”, por tanto, siguen sin ver claro el asunto del ‘procés’. “Cambiarla no es fácil”, ha insistido, aunque esto no es del todo cierto: cuando se trasladaron de Barcelona a Alicante, en octubre de 2017, lo hicieron en dos días.
Donde sí ha habido cambios es en el organigrama “para adaptarlo al modelo de gestión bancaria que se está imponiendo”: David Vegara, el que fuera secretario de Estado de Economía con Zapatero, un socialista moderado que es consejero de la entidad desde 2015, será el director de Riesgos y tendrá consideración de ejecutivo. Oliu ha explicado que la primera línea, la de gestión del negocio, está en manos del consejero delegado, Jaime Guardiola; la segunda, encargada de controlar los riesgos y el cumplimiento normativo, será dirigida por Vegara y la tercera, es la de auditoría. A estas se añade la función estratégica y el funcionamiento del Consejo, que corresponde a Oliu, quien, por ahora no pone fecha a su retirada: “lo pienso todos los días, pero no sé si lo haré a los 75”. “Tengo mi responsabilidad en el banco y mientras mi presencia sea necesaria y no tenga problemas de salud, estaré. Estoy en plena forma y no he dejado de practicar deportes de riesgo”, ha subrayado. Mientras Guardiola, a sus 62 años, espera su turno, aunque Oliu cumplirá los 70 el próximo abril. Además, Pedro Fontana ha sido elegido vocal de la Comisión Ejecutiva, en sustitución de José Luis Negro, para que haya un equilibrio entre independientes y ejecutivos, o sea, "una composición más acorde a la del Consejo de Administración".
Oliu no pone fecha a su retirada, aunque va camino de los 70 años, mientras Guardiola, a sus 62 años, espera su turno
Por último, destacar que el presidente del Sabadell considera que los Presupuestos del Gobierno Sánchez “son fiscalmente responsables” en lo que se debe al objetivo de déficit. Eso sí, no es muy partidario de la ‘tasa Tobin’ (solo faltaba que un banquero estuviera a favor...) porque “tiene un efecto poco cuantitativo, pero distorsiona el funcionamiento del mercado y los costes administrativos”, Además, considera que ser el primer país europeo en aplicarla es un poco precipitado.