- Desilusión en el banco absorbido: primero aprendo de ti, luego te despido.
- El Santander 'respeta' a los directivos del Popular… pero no cuenta con ellos.
- En especial con los territoriales.
- No así a los directores de sucursal: sabe que son cruciales. Para trabajar, no para mandar.
- Mientras, la Sindicatura se encuentra descabezada y enfrentada.
- Mateu Istúriz tiene mala conciencia.
Desde que el Santander compró por un euro el Banco Popular,
Rodrigo Echenique (
en la imagen), al frente de Santander España, se hizo con el mando. Y 15 años después de la irrupción del euro, a Echenique le siguen llamando
el 'seis pesetas', más que duro. Así que todo el proceso tuvo que ser preparado con las buenas formas de la presidenta
Ana Botín y una orden a sus subordinados: que sean lo más respetuosos posible con la plantilla del
Popular.
A la hora de la verdad todo ello se ha concretado en mantener contenta a la red de sucursales hasta que los hombres de Echenique conozcan el negocio. A partir de ahí, sobre todo los territoriales son prescindibles. El Santander paga (un euro) y manda.
En definitiva, el gran error de Echenique -aunque él no lo cree así- ha consistido en
no ratificar en sus cargos a los jefes territoriales y de zona, la clave del Popular. A los directores de sucursales sí, pero no a sus superiores inmediatos. Con ello, ha conseguido que
nadie se sienta a gusto en el Popular.
Y eso no es bueno dado el
negocio de pymes y de banca personal de la entidad… que es precisamente lo que necesita el Santander.
Por lo demás, la
Sindicatura, que es quien debería hacer valer la personalidad del Popular, está dividida. Y
José Francisco Mateu Istúriz tiene mala conciencia. Como sustituto de Aparicio Valls dio pábulo a
Emilio Saracho, quien acabó por cargarse el Popu.
Ahora todos se sienten abandonados: las viejas familias de
Europea de Inversiones -en liquidación-, los directivos accionistas y los clientes más fieles al banco. Tenían
casi el 10% de una entidad que valía en bolsa 130 millones de euros y al día siguiente no valía nada.
Es más, la Sindicatura no capitanea las
demandas jurídicas ante Europa, una constelación de demandantes que parece el ejército de Pancho Villa.
Contra todo esto podría luchar Echenique pero debería recordar que no se puede entrar en una entidad como en el viejo chiste: Oiga cara-culo, ¿tiene el libro de cómo hacer amigos?
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com