- El banco central deprecia la moneda otro 1,6% y el yuan cotiza ya en su nivel más bajo en cuatro años.
- Las bolsas caen más de un 2% por la incertidumbre, que puede influir en la política monetaria de EEUU.
- China quiere exportar más para crecer al 7%, pero la devaluación también castiga a multinacionales como Apple.
- La depreciación también se notará en el mercado de materias primas: es el primer consumidor del mundo.
El
Banco Popular de China ha vuelto a rebajar este miércoles con sus
maniobras otro 1,62 % el tipo de cambio de referencia del
yuan frente al
dólar, tras la operación de este martes, por sorpresa, que supuso la una devaluación de su moneda de casi un 2 %. Con la suma de ambas, la divisa china se ha depreciado ya al nivel más bajo en cuatro años, lo que aviva el
temor a una
guerra de divisas que se ha traducido sin ambigüedades en la caída generalizada en la apertura de todas bolsas. Las europeas caen entre el 1,5% y el 3%, siguiendo la estela de las pérdidas en Wall Street o las bolsas asiáticas.
La
devaluación puede tener un impacto directo en las monedas de los países
emergentes, sobre todo de los más expuestos por la exportación de materias primas a China, en la política monetaria europea y de Estados Unidos, que no quedarán al margen para apoyan también, como hace China, sus exportaciones, en los precios de las materias primas…
Y no sólo eso: también repercutirá, en general, en el mercado global de
materias primas. Las
comodities cotizan en dólares y si China compra menos, bajarán los precios. Hay que tener en cuenta que el gigante asiático consume la mitad de la producción mundial de metales. La devaluación del yuan puede afectar a los precios del
petróleo, del
aluminio, del
acero, del
oro y un largo etcétera.
También perjudicará a las grandes multinacionales que se han hecho un hueco en el mercado hasta depender de él, como
Apple. Y a su vez, rivales tecnológicos que proveen a las empresas occidentales se harán más fuertes, como
Levoro o
Foxcom, fabricante taiwanés de electrodomésticos.
Este miércoles las acusaciones contra Pekín, a pesar del visto bueno inicial del
Fondo Monetario, se han recrudecido ante el temor de que gigante asiático está dando una
ventaja injusta y excesivas a sus exportadores.
Pero no nos engañemos, es eso precisamente lo que busca el régimen comunista en un momento en el que su economía da signos inequívocos de
ralentización. Un yuan más barato ayuda a colocar con más facilidad los productos chinos en el exterior, lo cual contribuye a mejorar las exportaciones, una de las preocupaciones económicas del Gobierno chino (en julio cayeron un 8,3%). Y no olviden que la crisis bursátil de julio
arruinó a millones de chinos, como el contábamos el pasado viernes, por las descoordinación entre los reguladores.
El objetivo de China es crecer el 7%, pero los datos no muestran que lo vaya a lograr y las autoridades temen que un enfriamiento económico mayor. Este miércoles, sin ir más lejos, se han conocido los datos de producción industrial, que se desaceleró hasta el 6% en julio, por debajo de los previsto y lo mismo las ventas minoristas (10,5%).
El banco central, no obstante, insiste en el
carácter excepcional de la devaluación, para impulsar la economía, en un intento vano de tranquilizar a los mercados financieros. "No no hay ninguna base para una tendencia de depreciación sostenida del yuan", ha dicho en un comunicado.
Rafael Esparza
rafael@hispanidad.com