La negativa de José Ignacio Goirigolzarri ha sentado muy mal en el resto de bancos españoles
Es la primera vez que ocurre y tiene su guasa. Bankia se ha negado a ‘prestar’ dinero a los partidos políticos ante las elecciones del 10N. Son los anticipos electorales de toda la vida que han asumido siempre los bancos españoles. Y para evitar acusaciones de favoritismo, las entidades acordaron hace tiempo el reparto de la carga según la media de las encuestas electorales.
El sistema ha funcionado así, hasta ahora, porque la entidad que preside José Ignacio Goirigolzarri se ha negado en rotundo: no vamos a realizar ningún anticipo electoral porque somos un banco público. El cabreo del sector con Goiri es muy considerable. “Cuando le conviene, Bankia es privada y cuando no, pública”, aseguran.
Y ahora viene lo más curioso: el sustituto de Bankia (60% público) será el ICO, que es 100 por 100 público. El Instituto del Crédito Oficial ‘prestará’, por primera vez, dinero a los partidos políticos antes de unas elecciones. Y lo hará asumiendo un tercio del total del anticipo, un porcentaje considerable. El resto, lo ‘prestarán’ las 40 entidades restantes.
Todavía se recuerda, por ejemplo, el batacazo del Partido Reformista Democrático, de Miquel Roca Junyent, en las elecciones generales de 1986
A pesar del acuerdo histórico, los anticipos a los partidos políticos han sido, en muchas ocasiones, motivo de controversia entre los bancos. Todavía se recuerda, por ejemplo, el batacazo del Partido Reformista Democrático, de Miquel Roca Junyent, en las elecciones generales de 1986. El partido obtuvo 194.538 votos y ningún escaño, a pesar de los 16.000 millones de pesetas de entonces (unos 96 millones de euros) que comprometió la patronal CEOE.
También se recuerda en el sector lo que hizo Manuel Fraga durante una reunión con los bancos acreedores que le reclamaban el dinero prestado a Alianza Popular. Don Manuel cogió las pólizas de los créditos y las rompió delante de sus narices mientras les decía: ahora, si os atrevéis, ejecutarlas. Nadie hizo nada, naturalmente.
El acuerdo del reparto de la carga también tuvo su polémica cuando Pablo Garnica se negó a que Banesto prestara dinero al Partido Comunista, a pesar de que, según Luis Valls, presidente del Popular, era el único partido político que pagaba los intereses en tiempo y forma.