Escena, desgraciadamente habitual, en una iglesia madrileña. Un feligrés se acerca a comulgar y solicita hacerlo en la boca. El sacerdote se niega y le obliga a comulgar en la mano. No vas a ponerte a discutir ante el Santísimo, así que cede.

Terminada la Eucaristía nuestro hombre se acerca a la Sacristía. El sacerdote asegura que se trata de una decisión de la Parroquia, naturalmente por motivos sanitarios.

Todo ello en el peor momento, en los tiempos del ‘Profanador’

Pues mire usted, no. Comulgar en la boca no en la mano es una decisión libérrima del feligrés, no del cura. Además, con la comunión en la mano y la coña de las mascarillas se está produciendo un caos  en el reparto de la eucaristía que resultaría cómico si no tuviera ribetes trágicos. Si la comunión en la mano ta tiene sus normas que nadie cumplía, ahora con la mascarilla uno prefiere no mirar y dejarle a los custodios que arreglen los desaguisados.

En tiempos del ‘Profanador’, como aseguran algunos místicos, o de tiempos de profanación, como aseguran mucho cronistas. Sería mejor volver a la comunión en la boca. Aún así se pueden dar sacrilegios, naturalmente, pero se lo penemos más difícil a los profanadores. O al profanador.