El presidente de Ibercaja, Francisco Serrano y el CEO de la entidad aragonesa, Víctor Iglesias, han presentado el Plan Estratégico 2024-2026. Un plan no muy ambicioso en objetivos, por la sencilla razón de que ahora mismo nadie en España se atreve a comprometerse a nada con nadie. No lo digo yo, lo dice el propio presidente de Ibercaja: en tiempos de tribulación no hacer mudanzas ni plantearse objetivos ambiciosos. Y Serrano no puede ser más claro: lo que no es normal, considera, es que en España "los oponentes no puedan sentarse a hablar", al tiempo que advierte que la sucesión de elecciones en España no ayuda a la estabilidad.

Y esto lo decía en el mismo momento en que el Comité Federal del PSOE, sin Sánchez, gritaba como un sólo hombre: no te vayas Pedro, que nos dejas sin sueldo.

Primera noticia, que viene a confirmar que Ibercaja se niega a aceptar que las cajas de ahorros fueran un mal invento, porque quiere seguir siendo... una caja de ahorros: Ibercaja no saldrá a Bolsa, al menos mientras dure el plan estratégico... al menos, mientras pueda aguantar.

Francisco Serrano sobre la situación política actual: "que los oponentes puedan sentarse a hablar". La sucesión de elecciones en España no ayuda a la estabilidad

No sólo eso, confirma Serrano que ya han cubierto el Fondo de Reserva, esa condición de la norma promulgada por Luis de Guindos y que obligó a las cajas de ahorros a convertirse en banco y salir a cotizar... por el artículo 33.

Hablamos de un fondo que, en el caso Ibercaja se eleva a 320 millones de euros. Es más, como la subida de tipos ha disparado la rentabilidad, Serrano anuncia que seguirán ampliando la base de capital 'motu proprio', con cargo a los beneficios de la propia entidad. Eso exige reducir el ‘pay-out’ del actual 60% hasta el 50% pero el pulso es ese: Ibercaja mantiene la independencia y no sale a cotizar en bolsa, con lo que desprecia el acudir a los mercados para capitalizarse mientras logra cumplir las draconianas imposiciones del Banco Central Europeo (BCE) para aquellos malandrines -presumiblemente fascistas- que se niegan a convertirse en esclavos del mercado. ¡Olé! Yo aplaudo, desde luego.

Y la curiosidad: no olvidemos que el líder de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, el corazón mismo de Ibercaja, es Manuel Pizarro, un hombre que aún mantiene muchísima influencia en la Ibercaja que presidió, capitán del mantenimiento de las esencias... y que durante lustros copresidió la Bolsa de Madrid y, que, por oposición es agente de cambio y bolsa.

Segundo reto del Plan Estratégico para mantenerse como sociedad anónima pero con espíritu de caja de ahorros: aumentar la rentabilidad. Y no es fácil, primero porque, a tres años vista, el mundo sitúa el precio del dinero, hoy en el 4,5% en Europa, entre el 2 y el 2,5%. ¿Por qué? Ni se sabe: la política monetaria se mueve por instinto.

Ahora bien, el CEO, Víctor Iglesias, reconoce que la clave de la rentabilidad conseguida por Ibercaja durante el último trienio, se debe a una combinación entre la subida de tipos y la reducción de costes (y de morosidad). Así que, si los tipos bajan, no se podrá reducir ni plantillas ni oficinas... porque ya se han reducido hasta demasiado.

De hecho, la banca ya no puede reducir más su red sin dejar la España vacía sin bancos (y sí, todo pueblo necesita servicios bancarios, aunque sea para cobrar la pensión y apagar la luz) y las plantillas tampoco pueden reducirse más. Todo lo contrario, al menos si se trata de hacer una banca de clientes... donde cada cliente que merezca la pena tenga un gestor que se encargue de él. Eso, te pongas como te pongas, y por mucha digitalización que introduzcas para los pagos, no hay quien lo case: necesitas más trabajadores y bien preparados.

En cualquier caso, la rentabilidad de Ibercaja, con un ROTE (rentabilidad por recursos propios) de casi el 11,7% cubre con creces el coste de capital y permite reducir la cantidad de beneficios y dedicarlos a dividendo. Y ojo, por la Fundación Ibercaja es muy importante, sobre todo para Aragón.

Por lo demás, el plan estratégico 2024-2026 pretende aumentar el número de clientes particulares comprometidos con la entidad en 50.000 (sobre un total de clientes, comprometidos o no, de 2,5 millones de euros) más 6.000 nuevas pymes y 2.000 nuevas grandes empresas.

Crecimiento en red será modesto y por su zona histórica: Aragón, Rioja y parte de Castilla León y Guadalajara-La Mancha, más el Mediterráneo y, naturalmente, Madrid.

Un buen banco no es el que tiene mucho capital, sino el que tiene poca morosidad. Lo que, traducido a cualquier otro universo, político, económico o social, significa que lo grande no es mejor que lo pequeño. Es más, suele ser peor

En otro orden de cosas, Ibercaja anuncia un curioso producto -será el primero- que acaba de obtener cobertura legal, un producto de 'pensumo'. En pocas palabras, crear una red de establecimientos, -comercios, gasolineras, etc.- que incrementen la pensión futura del comprador para su pensión. En un alarde de optimismo, Iglesias habla de un cuarto elemento de la pensión futura: pública, empresarial, particular... y 'pensumo'. Neologismo de pensión y consumo. Idea pionera, asegura el CEO Iglesias, que ya posee respaldo normativo. Ibercaja lo pondrá en marcha enseguida. Se trata de una especie de cuarto pilar de la pensión de jubilación: pensión pública, empresarial, privada... y pensumo.

Sencillo: si compras en un comercio asociado al pensumo de Ibercaja, una parte de lo que pagas, el vendedor lo introducirá en tu plan de pensiones. Para un joven que acumula pensumos, bueno, no digo que no resulta un complemento de jubilación adecuado. Ahora bien, para un talludito no puede representar nada... salvo que cada día se compre un yate, una mansión o un Ferrari... Pero la idea es buena. Eso de que un céntimo de lo que pago por la leche vaya a mi pensión, pues oiga, como que no está mal la idea. A Marisu Montero seguro que le encanta. Es muy capaz de reducir de la pensión pública el pensumo de cada cual.

Plan Estratégico 2024-2026: en resumen, si Ibercaja logra mantenerse como caja de ahorros en un mundo donde el pez grande se come al chico habrá demostrado el principio que pone en solfa toda la modernidad financiera y que los poderosos se empeñan en negar: que un buen banco no es aquel que tiene mucho capital, sino aquel que sufre poca morosidad. Lo que, traducido a cualquier otro universo, político, económico o social, significa que lo grande no es mejor que lo pequeño. Es más, suele ser peor.